Una imagen para el presente, una consolidación de futuro
Si hay una estampa cotidiana hoy en día en Valencia es pasar por la Plaza del Ayuntamiento y observar la cantidad de viandantes que, cámara o teléfono móvil en mano, se inmortalizan con el fondo de la imponente fachada neoclásica de la Casa Consistorial.
Con ese simple gesto están congelando un momento de la historia reflejado a través de la simbología de un edificio que, desde el siglo XIX, es uno de los iconos que mejor refleja la idiosincrasia valenciana, esa elegante firmeza combinada con una inigualable hospitalidad.
Y es que el edificio que alberga el gobierno de la ciudad no ha sido siempre como muchos lo conocen ahora, y ahí están las fotografías históricas para dar fe de ello.
A mediados del siglo XIX, lo que era la Real Casa de la Enseñanza albergó las primeras dependencias del Ayuntamiento, quizá un aspecto fundamental mediante el que se entiende la estupenda estructura y distribución del edificio, pensado en su momento para los que iban a aprender y que ha seguido valiendo en su forma para los que hoy en día acuden a enseñar, entendiendo el término en su sentido de mostrar, de exhibir, de exteriorizar todo lo que Valencia es capaz de ofrecer a sus ciudadanos y visitantes a través de su Ayuntamiento.
Desde el año 1995 en el que asumí la responsabilidad del mantenimiento de este singular edificio, este equipo de gobierno sensible siempre con nuestro patrimonio, ha impulsado diversas obras de mejora en dependencias tan significativas del Ayuntamiento como la Librería Municipal, la Sala de Exposiciones, el Museo Histórico, la Sala de Juntas de Gobierno Local y la fachada, así como en las zonas de atención al público, adecuación de accesibilidad, modernización de ascensores y actuaciones de control de ahorro energético. Asimismo se han llevado a cabo mejoras estructurales que no por invisibles son menos importantes.
Pero si una intervención destaca, por su importancia y espectacularidad, es la que concierne al impactante y admirado Patio de Cristales, que está siendo tratado con un mimo propio de su importancia.
La necesaria consolidación de la estructura de sus forjados y cubiertas, junto a la habilitación y acondicionamiento de las dependencias municipales colindantes, se unen al cuidado que se está teniendo con las vidrieras del lucernario, que están siendo restauradas en taller para ser colocadas al final de la actuación como último remate y colofón que dará paso al que será el renovado Ayuntamiento de Valencia.
Evolución necesaria ésta que quizá ahora percibimos como un paso más, pero que conforme avancen los años y cojamos perspectiva empezará a consolidarse como el conjunto integral de reformas y adecuaciones más importantes en los casi doscientos años de historia del actual edificio del Ayuntamiento. Los viandantes seguirán parándose ante su fachada para llevársela de recuerdo en una foto, sin darse cuenta de que esa imagen que están captando hoy esconde todavía más esencia que las anteriores.