En estado de cambio
¿Qué es lo primero que vas a hacer cuando esto acabe?
Esta pregunta se hace recurrente entre nosotros cuando conversamos con nuestros familiares o amigos. Cada uno de nosotros tendrá una respuesta distinta, pero todas serán convergentes: ver, abrazar y besar a nuestros seres queridos.
Cuando comenzamos un Año Nuevo o cuando soplamos las velas de nuestras tartas de cumpleaños, nos ponemos metas o deseamos cosas que, por una razón u otra, en ocasiones alcanzamos y en otras no.
Hemos cambiado nuestra percepción de la vida y todo a partir de ahora datará antes o después del Coronavirus.
Podíamos reunirnos con amigos, ir a conciertos, a manifestaciones, a partidos de fútbol, celebrar el Mig Any Fester o ir a mítines multitudinarios, sin pensar, aún tosiendo, que esto podía llegarnos a ocurrir.
Estaba en China, tan lejos. Los expatriados que llegaron al Gómez Ulla no tenían síntomas, los confinados en La Gomera estaban bien, dos casos en España… “¿Pero que locura es esa del confinamiento? ¿Creo que son medidas excesivas? “. Hasta el señor Inda lo decía. Pero desde Sanidad nos iban advirtiendo “Tendrán que ir tomándose medidas más drásticas según evolucione la pandemia”, y así fue, porque todos pensábamos que quizás no, pero asumimos desde el principio que quizás si.
Este confinamiento, este encierro nos va a dejar claro que lo que más ansiamos es la libertad, nuestra libertad. Esa libertad de la que hoy no podemos disfrutar por un Estado de Alarma que nos lleva a cuidarnos unos de otros y que nos protege de algo impensable para todos hace unas semanas.
Recuerdo comentarios de mis mayores, relatando cuando ellos en una época no muy lejana, carecían de libertad. Por razones muy distintas a las nuestras y en todos los casos incompresibles no podían gozar de una libertad que se habían ganado a fuerza de duro trabajo, de honestidad y de pensamiento progresista. Pero eso no era suficiente, muchos habían muerto por ello, otros permanecían en el exilio y otros no expresaban sus ideas porque ello les acarreaba una pena que no les correspondía. Algunos otros corrían en las calles luchando por ella y por adquirir derechos que se les negaron durante muchos años, sobre todo a las mujeres, y de los que hoy casi podemos disfrutar.
Eso sí que era perder la libertad.
Nosotros dentro de un tiempo recuperaremos nuestra normalidad, esa de la que hoy carecemos por salvar nuestras vidas y las de los nuestros.
Que no se nos olvide: esto es una lucha contra la enfermedad, contra un virus que no sabíamos ni pronunciar, y que hoy se cobra vidas en familias que ni siquiera pueden despedirse de sus seres queridos. Hoy nuestra lucha se tiene que centrar en salvar vidas, poniendo todo el esfuerzo en volver a recuperar esa Sanidad Pública, que reacciona ante la adversidad, pero que desmantelaron a base de recortes y privatizaciones. De eso ya hablaremos, porque hoy toca otra cosa.
Hoy toca apoyarnos unos a otros, sin colores políticos, pero con herramientas suficientes para combatir esta pandemia global. Todos los países necesitan recursos sanitarios y todos nos vemos con las mismas problemáticas a la hora de adquirir material. Europa debe de responder a sus principios esenciales de unión y hacer que los países más castigados puedan llegar a tener la posibilidad real de poner en marcha planes de contención del COVID-19 y además planes de respuesta posterior, tanto en lo económico como en lo social. No debemos sentirnos solos, somos europeos.
El ahora es muy importante, ya que estamos en una situación inédita en nuestro país, inesperada e histórica, y por ello más que nunca la responsabilidad pública de todos debería prevalecer ante los intereses políticos o partidistas.
La toma de decisiones se hace complicada, porque ante una situación desconocida, algunas resoluciones nos llevan a errores, pero de ellos debemos aprender y rectificar, modificar y poner la solución adecuada a la evolución de esta crisis. Nadie tiene un manual para esto, pero con ayuda y apoyo mutuo seguro que somos capaces de sacar lo mejor de nosotros mismos y adquirir la sapiencia que nos llevará a un fin común: vencer.
Estamos ante una crisis sanitaria que desemboca en una crisis económica y social, que paraliza de manera inusual nuestro país; este país que se levanta cada mañana entre la incertidumbre y el miedo, pero que reacciona ante la adversidad con aplausos y sonrisas; que se saluda desde las ventanas como nunca había hecho y que agradece a aquellos que no pueden quedarse en casa, la labor diaria para mantenernos sanos y libres.
Nunca se habían tomado medidas, sociales o económicas, como las que hoy se adoptan.
¿Quién se había acordado de los autónomos o las empresas en tiempos de crisis? ¿Quién había adoptado ayudas económicas a trabajadores sin cotización? ¿Quién se había acordado de las empleadas del hogar, de los transportistas, de las familias con riesgo de exclusión social, de los discapacitados…?¿Quién se había acordado de los alquileres, de las hipotecas, de los pagos de los servicios esenciales?¿Quién se acordaba de la investigación, de nuestros profesionales, de la Sanidad Pública? ¿Echamos un vistazo a los PGE del señor Rajoy? Mejor no. Partamos de cero y construyamos un Presupuesto acorde con las necesidades reales de este país, como quiere este Gobierno. De esto también tendremos tiempo de hablar.
Hoy, un Gobierno progresista tiene que hacer frente a la mayor crisis sanitaria jamás vista y lo hace con medidas extraordinarias, que van a hacer que nadie se quede atrás. Estoy segura que a medida que avance esta crisis, y según como evolucione, se seguirán tomando, para dar respuesta a todos los que necesiten ayuda.
La vida es nuestro bien más preciado y con ella nadie debería jugar, y menos en estos casos.
Soportamos acusaciones increíbles en el peor momento, pero haremos oídos sordos a esos comentarios y centraremos el esfuerzo en luchar por nuestros conciudadanos. Después, cuando esto acabe, tendremos tiempo de defendernos y demostrar con luz y taquígrafos la realidad, esa que algunos quieren distorsionar con falsos argumentos y discursos populistas.
Vivimos en continuo estado de cambio, desde el mismo lugar, con el mismo objetivo, pero cambiando nuestra forma de ver la vida, nuestra forma de vivirla y nuestra forma de disfrutarla. Y ese cambio se plasmará en realidad el día que nos volvamos a encontrar y quizás nos abracemos más o lo hagamos menos. Ese día en el que frente a frente nos sintamos satisfechos de haber hecho algo a la vez, juntos, sin reproches. El día en que comencemos de nuevo a construir formas de vivir sin miedos futuros. Esa mañana en la que todo vuelva a funcionar, poniendo en marcha este país, nuestra España, que volverá a levantarse cada día para recuperarse lo más rápido posible. Somos así; a tozudos nadie nos gana y si decimos que de esta salimos unidos, salimos.
Seguir en casa no es una opción, es lo que tenemos la obligación de hacer por nosotros y por los demás.
Pongamos en marcha nuestro espíritu más solidario para derrotar unidos a un enemigo invisible al que la investigación y la ciencia pondrán fuera de combate.