La eficiencia energética en las administraciones locales

Si la crisis económica nos ha enseñado algo en este tiempo ha sido la necesidad de ser cada vez más eficientes, de mantener y conservar aquellos recursos de los que disponemos evitando gastos superfluos y sobrecostes. En este contexto es donde surge el concepto de eficiencia energética.

La eficiencia energética no es solo una obligación siguiendo la normativa europea, es mucho más, es una necesidad imperiosa y moral, especialmente para países como España con una gran dependencia energética y que necesita importar el 70,5 % de la energía que consume. Hay que redefinir el modelo energético, lo cual implica que las compañías energéticas se olviden de mantener cautiva la energía ya que es un bien común que debe consumirse de manera racional pensando en un futuro.

Se deben romper barreras respecto al status establecido, se debe formar, normalizar e investigar respecto a todo lo referente a la eficiencia energética. No se puede seguir pensando “si yo ya lo hago…”. No se puede pensar que sólo con cambiar las luces estamos siendo eficientes, hay que mantener una gestión energética global con la mente puesta siempre en el futuro que tenemos que dejar a las próximas generaciones.

Se debe evitar caer en el error de que los servicios energéticos son una externalización o privatización de un servicio cuando en realidad son una herramienta al servicio de las administraciones y las empresas. En la actualidad estos actores son prisioneros y ‘esclavos’ de unos contratos energéticos dirigidos por grandes corporaciones cuyo único objetivo es incrementar su facturación y esto solo pasa por incrementar el consumo. Siendo esta situación tan evidente, no se entiende cómo puede existir tanta desconfianza en las propuestas de eficiencia energética. Tal vez sea por desconocimiento, por percepciones erróneas, por resistencia al cambio o por intereses extraños.

Los beneficios de la eficiencia energética son tan notables que podríamos considerarla como la mejor energía ‘renovable’ existente. Además de requerir, en muchos casos, una inversión asequible y tener un retorno de la inversión más que aceptable, con las que ni siquiera las energías renovables pueden competir.

La prestación de este servicio es una de las tareas fundamentales de los gobiernos municipales; sin embargo, su instalación, operación, actualización y costo constituyen a menudo un problema técnico para los ayuntamientos, bien por la carencia de personal capacitado o por la desconfianza del legado del anterior gobierno. Esto origina, en ocasiones, un servicio deficiente y costoso que se agrava a medida que pasa el tiempo y no se toman las medidas oportunas para su actualización o mejora, entendemos que la gestión del municipio es el principal objetivo a cumplir.

Un programa de eficiencia energética en los municipios pretende sumar esfuerzos en la reducción de los consumos de electricidad en el alumbrado público y otros servicios municipales, tales instalaciones de aire acondicionado, ACS, automatismo y todo aquello que implique consumo energético y, por ende, los montos de las facturaciones que periódicamente presentan las entidades suministradoras, sin menoscabar la calidad del servicio. En consecuencia, la ejecución de acciones de ahorro de energía eléctrica mejora las finanzas municipales y permite un mejor reporte en gasto social.

La gestión energética global no consiste únicamente en aplicar algunas medidas aisladas. La gestión energética implica formación, comunicación, información, concienciación, seguimiento, control, etc. Es una gestión difícil de aplicar por la propia naturaleza de la administración pública, con las limitaciones presupuestarías, las limitaciones temporales, la motivación e interés profesional, lo que confirma que la externalización de estos servicios implica una mejor gestión por parte del municipio.

Un ayuntamiento tiene consumos energéticos elevados, debido a la diversidad y cantidad de instalaciones que lo conforman, pero además el número de ayuntamientos en España – más de 8.000 - es elevado. El alumbrado exterior de los municipios españoles se compone de 7.964.000 puntos de luz (PL) que, con una potencia media de 165 W/PL y 4.081 horas de utilización anual, supone un consumo de electricidad de 5.367 GWh/año y un coste para los municipios de 697 millones de euros anuales, es decir, el 2 % del consumo eléctrico nacional. Estas cifras deberían ser suficientes para pensar que es algo prioritario y nunca partidista

El potencial de ahorro de las administraciones públicas es por tanto altísimo pero en la actualidad no todos los ayuntamientos están abordando la eficiencia de una manera global, algunos ni siquiera la están abordando, en algunos casos se acometen pequeñas parcelas o instalaciones de una manera poco controlada y confiando en grandes corporaciones. No debemos confundir que el objetivo es reducir el consumo, porque comprar la energía más barata no garantiza el futuro, reducir la necesidad, sí.

La eficiencia energética consigue ahorros económicos y como derivada principal reduce el consumo energético, lo cual evita la emisión de CO2 a la atmósfera, por lo que la protección del medioambiente tiene una relación directa con la reducción del consumo energético. Apostar por la eficiencia energética es apostar por el medio ambiente y por la mejora de la calidad de vida de los ciudadanos ya que los ahorros económicos obtenidos pueden destinarse a acciones sociales. No se puede obviar algo tan evidente como es la emisión de CO2, esto es algo innegociable.

El esfuerzo para cambiar la dinámica y mejorar las condiciones de nuestro entorno está en nuestras manos. Desde FULTON estamos convencidos de que el beneficio debe ser compartido y retornado de alguna manera a la sociedad. En este sentido la certificación de nuestro manual de Responsabilidad Social Corporativa refleja, de manera resumida y clara, cuál es el compromiso social de la empresa. El servicio energético entronca perfectamente con este modelo ofreciendo una gestión global de la energía en las administraciones locales que repercute finalmente en el ciudadano, y sobre todo tratamos de ser consecuentes con nuestra filosofía. No podemos producir sin ser capaces de optimizar, de otra forma estaremos coartando nuestro futuro.