El efecto Zimmermann
La finalidad de una administración pública es proporcionar buenos servicios a los ciudadanos. Puede parecer algo obvio, sin embargo en nuestro país tenemos ejemplos muy cercanos que demuestran que no es lo más frecuente.
Con cerca de 40 millones de deuda, Novelda forma parte del podium nacional de los ayuntamientos más endeudados por habitante. Es totalmente falso que todos los ayuntamientos deban tanto dinero como el nuestro. Al margen de siglas y partidos, la gestión de muchos ayuntamientos ha sido buena, siendo la administración local menos empeñada en su conjunto, y la única que cumple con los objetivos marcados para frenar el endeudamiento.
Tener un ayuntamiento saneado y bien gestionado da ventajas a los ciudadanos, al permitir una disminución en los impuestos que soportan, disfrutar de mejores servicios y una mayor inversión que les asegure seguir progresando. Por lo tanto, lo contrario, que es lo que tenemos en Novelda, lleva a los ciudadanos derechos al precipicio, que no al Ayuntamiento. Somos nosotros quienes padeceremos peores servicios y renunciaremos a la inversión necesaria que fomente el progreso de nuestro pueblo.
Un reciente artículo de prensa destacaba como ejemplo de gestión municipal europeo el de Daniel Zimmerman, alcalde de Monheim, una ciudad de 43.000 habitantes cercana a Düsseldorf. El alcalde fue reelegido con el 95% de los votos gracias a un extraordinario saneamiento de las finanzas del Ayuntamiento.
Lejos de pretender trasladar simétricamente lo que han conseguido en Monheim, lo cierto es que al menos sí deberíamos quedarnos con algunas ideas generales. En primer lugar, gobernar sin pensar en siglas políticas ni ceñirnos a ideologías. Zimmermann –carpintero en alemán- lo hizo al margen de los grandes y viejos partidos. En segundo lugar, poniendo la administración local a trabajar en favor de la implantación o el crecimiento de las empresas. En su caso lo hizo mediante una fuerte rebaja de los impuestos a las empresas y no sólo con una austeridad extrema sino selectiva, lo que ayudó a generar nuevos ingresos para el Ayuntamiento en paralelo al crecimiento de la actividad. En tercer lugar, mantener un generoso gasto social destinado a solucionar problemas más que a perpetuarlos.
Se me hace complicado pensar que el partido que ha gobernado de forma infame la Generalitat hasta quebrarla y arrastrar con ella a todos los valencianos, tenga otro plan distinto para Novelda del que ha aplicado durante treinta años en nuestra Comunidad, ya sea porque no quiere, porque no puede o porque no le conviene.
Sin embargo, ejemplos de buena gestión municipal en España y fuera de nuestras fronteras también los hay, y a veces bastaría con copiar las mejores ideas de cada casa.
