Una ciudad donde quepamos todos
El último acuerdo plenario del PP de Isabel Bonig sobre el nombre de las calles, es el último episodio hasta ahora, de una política, la del PP de la Vall de los últimos años, que no conoce límite para conseguir sus objetivos de llegar y mantenerse en el gobierno municipal.
Durante la anterior legislatura, era habitual en los portavoces populares las descalificaciones al anterior gobierno municipal, llamándonos rojos, social-comunistas, discípulos de Fidel, maoístas, república bananera..... palabras siempre pronunciadas en un tono despectivo y lleno de agresividad.
El día de su proclamación como alcaldesa, sus partidarios bien contentos y exaltados, gritaban e insultaban a los concejales y concejalas, a nuestras familias, tal como íbamos saliendo del edificio del Ayuntamiento.
Una vez en la Alcaldia, han sido numerosas las intervenciones de la sra. Bonig y dos de sus portavoces habituales, el sr. Clavell y la sra. Vicente, con rabia, refiriéndose a la izquierda en general con desprecio y acusándonos de todos los males del mundo.
Estos ataques le han dado su fruto a la sra. Bonig y ha movilizado a su favor a los sectores más derechistas de la sociedad vallera.
Pero sabemos que en la Vall, como en nuestra sociedad en general, hay personas de derecha moderada y dialogante que están molestas con estas actitudes de confrontación social.
Lo mismo ha pasado con el nombre de las calles. La sra. Bonig y el sr. Clavell han tratado en el debate de provocar a los grupos de la oposición municipal para que nombráramos, con nombre y apellidos, a las personas que no creemos conveniente para rotular las calles. No lo han conseguido. En nuestras intervenciones hemos sido respetuosos con las personas y con sus familias. Todos merecen respeto personal.....
Pero no hemos votado la propuesta del PP. Con todo el respeto para las personas y las familias, había nombres de alcaldes de la época de la dictadura franquista en nuestra ciudad. Alguno de ellos firmó denuncias que llevaron a prisión o a la muerte a ciudadanos valleros por sus ideas. Desgraciadamente, a la sra. Bonig no le ha importado utilizar unos nombres contra otros. Hacer que las familias represeliadas en los años 40 revivieran su dolor. Hacer que las familias de los nombres elegidos escucharan o leyeran cosas desagradables.
Tampoco en este artículo de opinión escribiré ningún nombre. Hay documentos y libros. Los políticos democráticos debemos reconocer, con honores, a los alcaldes y políticos democráticamente elegidos. También a los ciudadanos represaliados durante la dictadura por sus ideas, a modo de desagravio póstumo.
Ese es el espíritu democrático.
Lo que está haciendo la sra. Bonig ni es democrático, ni siquiera ético.