Cincuenta años con el "corazón partío"
El pasado sábado, 6 de junio, los castellanomanchegos de la Comunidad Valenciana nos reunimos en Alzira para celebrar el Día de Castilla la Mancha; en medio de la satisfacción del reencuentro anual, entre músicas y discursos caí en la cuenta de un olvido imperdonable que me duele en lo personal, y es que en abril se cumplieron 50 años de un hecho trascendental para mí y mi familia, algo compartido con decenas de miles de otras familias que también tuvieron que abandonar aquella dura Castilla la Nueva donde no teníamos sitio ni oportunidades de futuro.
Que diferentes nuestras vivencias reales de aquellas escenas del NoDo en que campesinos felices, henchido el corazón de patriótica alegría se iban libremente de sus pueblos para servir a España en otras tierras… la realidad es que se les deportaba como carne de cañón en una floreciente Industria que en realidad los necesitaba como mano de obra barata.
Aquellos guapos campesinos y campesinas con rímel del NoDo nunca existieron; al contrario, cada vez me acuerdo más de cómo esas miles de familias tuvimos que dejar nuestra tierra por la necesidad; nada de grandes servicios a una Patria que nos castigaba… nos íbamos para poder comer y/o para evitar un futuro negro y hostil, que era lo que nos ofrecía la vida. Recuerdo cómo me dolió dejar a mis amigos, a mis primos, a mis abuelos… una familia rota que a partir de entonces dependía de las ansiadas cartas que cada mes nos llegaban y enviábamos, algunas humedecidas con las lágrimas del recuerdo.
No llegamos alegres a Valencia aquel mes de abril de 1965; no sonaban los violines del NoDo… en lugar de sonrisas lo que recuerdo es a mi madre llorando en un comedor vacío, y a mi abuela Dolores con ella, sabedora de que tenía que hacer el largo viaje con su hija para ayudarle a aterrizar en tierra extraña.
Aquella mujer de republicano castellanomanchego, que tantos huevos tuvo que echar a la vida, poco sospechaba que unos años después volvería a repetir el mismo viaje con otra de sus hijas… cuando he dicho esto públicamente en algún acto con mis paisanos he visto aflorar alguna lagrimilla; es nuestra vivencia común, experiencia compartida por miles de nosotros… cuántas familias rotas, cuántas “abuelas Dolores” pasaron por el mismo mal trago.
Llegamos a una tierra donde se nos llamaba “churros” y se nos echaba en cara que veníamos a quitar el pan a no sé quién, pero cuando le gente es noble acaba entendiéndose y avanzando junta. Ya no existe aquella Castilla la Nueva que nos expulsó, ni aquel “Levante Felíz” que nos insultaba; tampoco mandan quienes se inventaban las mentiras de aquellos NoDos.
Hoy, esta Comunitat Valenciana es nuestra tierra y añoramos orgullosos la Castilla la Mancha moderna y democrática; aquí nos casamos con valencianas y valencianos y echamos raíces según crecen y se casan también nuestros hijos… la herencia de nuestros padres es también la dicha o la desgracia de vivir, en mi caso cincuenta años ya, con el “corazón partío”.
Muy emotivo, para entenderlo, hay que tener sensibilidad. Para sentirlo hay que vivirlo.,