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Per Manuel Lubary - Vicepresidente de CAVE-COVA
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Acabar con la pesadilla

    Se inicia el 2014 con la misma inercia del año anterior, de protestas en la calle, de continuos recortes sociales, económicos y laborales añadiéndose los peligrosísimos ataques ideológicos a la libertad individual o colectiva… obteniendo en todos los medios de comunicación la misma sonrisa mezquina que se otorgan los gobiernos conservadores de poseer la mayoría absoluta en su gobiernos respectivos. Hablan, insultan, humillan, mienten, saquean, roban, desgestionan y lo único que sabemos hacer es salir a manifestarnos, pacíficamente, sintiendo el aliento de los antidisturbios en nuestra nuca, no sea se nos aventure cualquier cosa que no esté pactada en el circuito.

    Ninguna pieza del puzzle social ha quedado en su sitio. La educación pública ha quedado desangelada mientras que avanza la rapiña privada para absorber la demanda generada. La sanidad, otro tanto de lo mismo, con algunas batallas ganadas que no la guerra. Las tragedias personales de la gente sin derecho a la subvención social de la dependencia nos pone los pelos de punta y nos roba alguna que otra lágrima. Los parados sin ningún tipo de ayuda sigue creciendo al ritmo que nuestros ancianos pierden el valor adquisitivo de su pensiones. La población trabajadora privada sufre pérdida salarial con forzadas congelaciones, anulación de convenios, con los EREs como una feroz espada de Damocles que puede aparecer en cualquier momento. Y no precisamente se advierten pérdidas empresariales. La administración pública adelgaza y exprime a su población laboral su función pública hasta lo indecible.

    ¿Y todo esto, para qué? No en vano, desde que se iniciaron las políticas antisociales hasta la fecha, todo el esfuerzo realizado por la población no ha servido para nada salvo para beneficiar a la banca privada, las multinacionales, compañías eléctricas, las grandes corporaciones financieras y a enriquecer a los que más riqueza tienen. No, no es ninguna broma, es una pesadilla que estamos sufriendo colectivamente en soledad, y la angustia nos atenaza, nos paraliza. Y el Gobierno y demás adlátares lo saben. En dos años han aniquilado el edificio de bienestar social que teníamos. Sería insuficiente, sería manifiestamente mejorable, pero era el que teníamos y hoy es un mal sueño. Todo ello aderezado por casos de corrupción política interminables que raya lo intolerable.

    Y, no obstante, es posible el cambio de escenario político, y son las formaciones progresistas en la oposición las que tienen que formular a la población qué ideario político, económico y social ofrecen para liderar ese cambio en colaboración permanente con la ciudadanía, y qué contrato social están dispuestos a suscribir para alcanzar una sociedad más justa, más igualitaria y más social que la que están dejando estos conservadores, a quienes también les lanzo la oferta, harto de oírles que “no quieren ésto pero se ven forzados a hacerlo”. No, señores que se dedican a la política, su obligación es hacer política, y es mejorar las condiciones de los más desfavorecidos para que tengan las mismas oportunidades que los demás. Por nuestra parte, las organizaciones ciudadanas, las vecinales en este caso, también saben hacer lo que tienen que hacer pero primero hay que acabar con la pesadilla.

    Las elecciones europeas del 25 de mayo es una buena ocasión para que la ciudadanía, la mayoría de la ciudadanía, pueda invertir esta infernal orientación de santificar las políticas de austeridad que la “troika” ultraliberal europea nos impone, especialmente a los países del Sur. Desde nuestra independencia a los poderes públicos, desde nuestra posición no partidaria, no sólo invitamos a la población a participar activamente en estas elecciones que consideramos decisivas, sino que, además, les pedimos que orienten su voto a aquellas formaciones políticas que se comprometan a luchar contra la dictadura de los mercados y que se centren en resolver los problemas de las personas.

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