La trampa de Melilla
Esa debilidad política histórica es sicológica y afecta a cualquiera que gobierne y sea cuál sea el régimen dominante. Es el desprecio al moro. Solo se ven sus apariencias y nunca sus capacidades. Por eso hizo falta hasta la colaboración de los franceses para el inútil desembarco de Alhucemas o la de Busch para la heroica actuación de Perejil. Al final Marruecos ganó su guerra tras Alhucemas, en España hubo todo tipo de conflictos por el envío de tropas y ahora hay una bronca interna por si Aznar ha ido a Melilla y Moratinos está desaparecido. El régimen alauita siempre ha sabido ha sabido medir los tiempos.
Porque mientras nosotros andamos metidos todavía en batallas colonialistas, ellos actúan estratégicamente. Cuando se acabe el puerto que pretenden para Casablanca, este se convertirá en la más firme competencia de Algeciras y Las Palmas para las mercancías transoceánicas. Y en unos cinco años las fresas o los tomates se plantearán en invernaderos marroquíes, como ya hicieron los naranjeros valencianos cuando aquí se pusieron suelo, agua y mano de obra a precio de oro. Y si no lo cultivamos allí, serán ellos quienes lo recojan aquí.
Peor va a más. Mientras andamos liados con la afrenta de Melilla, cientos de empresarios españoles instalan fábricas de todo tipo (azulejos, zapatos, textil, etc.) en Marruecos porque las condiciones son más favorables y les permite jugar con el precio en el mercado europeo frente a la competencia de los países emergentes. ¿Está en juego Melilla o son maniobras operativas? ¿Han visto las instalaciones construidas por empresas españolas en Saidia?
Nuestra debilidad política no obliga a morder el señuelo cuando le interesa a Marruecos. Mordemos, nos liamos entre nosotros, luego dan un paso atrás, nosotros consideramos ganada la batalla y ellos ya han conseguido una nueva aportación de la Unión Europea. Pero nuestro honor frente al moro ha quedado a salvo. ¿Cómo era lo de los barcos y la honra…?
