Hay que preparar el Plan B
Pero todo indica que con esto no va a ser suficiente porque no se toca ninguno de los ejes del exceso. Por ejemplo: los grandes del PP y del PSOE plantean la reforma (PP) o la supresión (PSOE/Felipe González) de las diputaciones para eliminar la duplicidad de servicios con los ayuntamientos o la Generalitat en nuestro caso. Y sin embargo tanto Alfonso Rus como Javier Moliner (Luisa Pastor está estrenándose) ya anuncian proyectos que superponen tareas con el ayuntamiento de Valencia o la conselleria de Economía. Abordar este tema es el Plan B.
Porque ya resulta evidente que hay que preparar un Plan B en toda su intensidad. El paro no se recuperará en años, la emigración va a ser un recurso necesario, los salarios van a ser estructuralmente más bajos y el consumo será selectivo. Bajará aún más la recaudación del impuesto de sociedades y, por lo tanto, la recaudación de Hacienda y la capacidad inversora de gobiernos, autonomías y ayuntamientos. Es inevitable porque no hemos tocado ninguno de los fundamentos de la crisis. Y no es malo ese nuevo apretón. Es que hay que imaginarse otro modelo de sociedad donde (como dice Ikea) no es más feliz quien más tiene, sino quien menos necesita.
El Plan B ya está en el fútbol. El Castellón, el Benidorm, el Alicante o el Hércules bajan ( o bajarán) de categoría, por no decir que están en el umbral de su desaparición. Y no es solo un problema económico (en otro momento eso se hubiera llamado tesorería) y una mala gestión empresarial (siempre hay que encontrar un culpable), es que la afición ha vuelto la espalda a estos clubs aunque muchos digan sentir los colores. Es un Plan B por la vía de la cruda realidad. Como está haciendo Iberia con los recortes porque el público se lo ha llevado el AVE. ¿Qué creíamos? ¿Que habría empleo para el tren y para el avión?
El Plan B es asumir que en estos momentos no todas las ciudades pueden tener un equipo de fútbol en Primera, un aeropuerto ,una parada de AVE o una universidad con cien carreras, master y doctorado la mitad de las cuales no tienen demanda ni categoría siquiera de Formación Profesional. O el derecho a tener en el botiquín de casa una cantidad ofensiva de medicinas. O pedirle al ayuntamiento de mi pueblo que se gaste en toros para las fiestas lo que no puede gastarse tapando la Acequia Mayor. Es muy duro renunciar a lo que entendemos que son derechos fundamentales (incluidos “els bous al carrer”), pese a que la libertad no sale de ejercer los derechos sino los deberes (Kant) .
Asumir los recortes (el paro es el recorte del derecho al trabajo) es una imposición de la deuda que apenas alivia tres meses de hipoteca, pero luego hay que seguir viviendo, pagando el alquiler la casa, la letra del coche y la compra de Mercadona (por eso Juan Roig insiste tanto en que todo hay que cambiarlo). Para esa nueva etapa hay que preparar el Plan B. Es una oportunidad.