Las obras no tienen que ser públicas
Pero de este aplazamiento surgen dos cuestiones que demuestran una fuerte incapacidad por enfrentarse a la crisis. Una: cómo es posible que todo un gobierno tenga que rehacer las cuentas un mes después de anunciarlas. ¿Acaso Blanco o Zapatero no sabían en marzo que la caja iba a estar vacía en mayo? O son unos inútiles o nos engañaron entonces.
Aunque lo mismo va a pasar antes de un par de meses con las comunidades autónomas y muchos ayuntamientos, sobre todo estos últimos. Las corporaciones locales reciben sus ingresos principales del Estado dos años después del cierre del ejercicio. Y mientras tanto viven de un adelanto sobre los ingresos supuestos. Los últimos dos años han vivido como si aquí no hubiera pasado nada y ahora tendrán que devolver al ministerio de Hacienda el déficit en los adelantos a cuenta. Y no digo nada de lo que les pasará en 2011 sobre las previsiones hechas en 2009. ¿Imaginan a todos estos políticos gestionando una empresa de esta guisa? Tardaban una hora en pasar al paro.
Y dos: Las inversiones en carreteras, trenes, puertos y hasta pantanos son necesarias para el desarrollo económico de un país, sobre todo si hay un evidente déficit en estas infraestructuras. Y, además, crean trabajo de forma intensiva. Es la única inversión que garantiza el número de empleos que ha dejado caer la construcción. Por lo tanto hay que impulsar estas inversiones. Pero si no pueden ser obras públicas, ¿por qué no pueden ser obras privadas, siempre que garanticen su función pública?
Si Blanco tiene que aplazar uno o dos o muchos años las inversiones en infraestructuras porque no tiene dinero, puede perfectamente convocar concursos para adjudicar construcción y gestión a la iniciativa privada, que recupere la inversión a modo de peaje. No es nueva la fórmula. Así se construyó la primera autopista de España (AP-7) hace treinta años y así se han construido recientemente entornos viales en Madrid y Barcelona. ¿Por qué no salen a concurso los necesarios tramos del AVE del Arco Mediterráneo? Seguro que hay capitales españoles y extranjeros dispuestos a asumir el riesgo y explotar el negocio durante los años convenientes de concesión de la explotación. El único pero es ideológico. Las obras tienen que ser públicas. El problema es que tal como viene la cosa ni serán obras porque no pueden dejar de ser públicas.
(Sígueme en www.jesusmontesinos.es y www.twitter.com/jmontesinos)