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Per Jesús Montesinos
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Nuevos líderes para Castellón

    El PSOE lleva apuntalando a Francesc Colomer como nueva referencia del socialismo en Castellón. Y ahora surge con fuerza la imagen de Javier Moliner como marco de futuro del PP. Nuevos líderes políticos que, sin embargo, van tan cargados de equipaje que no se les ve con mayor capacidad que perder o ganar elecciones. Nuevos líderes que proponen viejas soluciones a problemas eternos.

    A estas alturas ni en Castellón ni en Londres los políticos se atreven a ir más allá de asegurarse unos mínimos para ganar las siguientes elecciones. Riesgos ninguno en un marco de contradicciones. La izquierda se manifiesta para mantener los principios de un sistema fracasado y la derecha hace propuestas que serían herejías para cualquier liberal ideológico. Por eso los políticos circulan por la periferia para asegurarse su parcela y la de su colega.

    Ahí están pues los dos flamantes líderes de la política castellonense que no se atreven a salirse del guión que escribieron sus mayores. En unos casos porque no saben, en otros porque no les conviene y en última oportunidad para evitarse líos. Y frente a esta autocomplacencia lo peor es que la provincia de Castellón se desangra y cae por un precipicio del que tardará años en recuperarse, mientras los nuevos políticos se ponen de perfil. La clase media de Castellón tardará decenios en recuperar la capacidad económica invertida en capital físico (apartamentos, suelo, infraestructuras…) que veremos cuándo vuelven a dar rentabilidad.

    Francesc Colomer sigue, como su partido, con la estrategia de la gota malaya. Todos los días hay que sacar a pasear un caso de corrupción del PP, buscando un rédito electoral que no encuentran. Y en el resto del poco tiempo que les queda muñen una cantidad de propuestas tan absurdas y rancias que solo motivan por el capítulo de la fe. Por supuesto que perderán las elecciones, pero ese no es el caso. El caso es que desde todo ese espectro ideológico (mejor político) no hay clara visualización de lo que está pasando en Castellón. La última reunión de alcaldes del interior con Colomer para relanzar esta parte del territorio castellonense fue patética. Todo por no leerse los datos de los resultados económicos de casas rurales, turismo del interior o costes de infraestructuras innecesarias. Tópicos, demagogia y lugares comunes frente a una realidad que se deteriora a la carrera. Pero lo dicho: riesgos ni uno. Y el conocimiento de los problemas tiene muchos.

    Pero a Javier Moliner le ocurre algo parecido, solo que este, haga lo que haga, ganará las elecciones. Lo cual puede incluso actuar como la pastilla de Un mundo feliz: mantener al electorado adormilado para que nadie se altere. Los del PSOE irán a lo de la corrupción, pero eso ya está amortizado electoralmente. Por eso el mismo sábado de su entronamiento Moliner volvió a hablar de AVE, Ebro y N-340. Y de Zapatero, por supuesto. Ahí acaba la aportación de los nuevos políticos del PP.

    Y mientras, Castellón aparece en el Anuario Económico de España 2010 (La Caixa) como una de las últimas ciudades españolas en utilización de líneas de banda ancha, lo que demuestra el retraso en la incorporación al conocimiento y las nuevas tecnologías. O aparece como una de las provincias de mayor emigración de jóvenes.

    Y mientras la caída del PIB supera ya el 5 por ciento respecto a 2008 (13.682 millones de euros), con un desplome en la capacidad productiva de casi mil millones de euros y un trasvase de 2.720 millones a la economía sumergida. En tres años hemos perdido más de 3.000 millones de euros de los registros productivos directos en esta provincia. Una cuarta parte del PIB. ¿Lo tienen eso claro los nuevos políticos? ¿Creen que eso es una cuestión a abordar desde las casas rurales o del trasvase del Ebro? Hacen falta nuevas ilusiones, nuevas pasiones y nuevas propuestas.

    El IVA se ha desplomado en el primer semestre de este año y no precisamente por la subida que impuso el gobierno central, sino por la caída del consumo local. Y el cálculo a final del año será un desplome de casi el 40 por ciento del Impuesto de Sociedades, que aunque parte pase a la economía sumergida significa un grave deterioro económico. Esto no es una broma de un trozo de carretera por la Magdalena o de trampear con dos trenes disfrazados de AVE de Valencia a Castellón. Esto es un problema que necesita una fuerza moral y eficacia enorme para solucionarlo.

    Y riesgo. Es evidente que gran parte de las consecuencias de la caída del PIB y la ruptura del tejido industrial de Castellón derivan del propio modelo productivo y de la incapacidad del gobierno de Zapatero para echar una mano. Hay otra parte que está en función de la propia confianza y saber de los empresarios para remontar las empresas. Pero una gran parte depende de los líderes políticos de Castellón (y la Comunidad Valenciana) para asumir la envergadura de la crisis, en lugar de esconderse detrás de una carretera, un espejo ético o la autocomplacencia. Pero así son también los nuevos líderes políticos de Castellón.

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