Morir con las botas puestas
De entrada durante la celebración del COSMU, organizado por el IMPIVA, AIDIMA, institutos tecnológicos y empresas valientes, quedó más que evidente que allí solo estaban los del Séptimo. Hay mucha oferta de propuesta de innovación y la PYME tiene que trabajar cada día, pero resulta clamoroso el miedo a la caballería.
Jesús Navarro, director de Innovación de AIDIMA, y todos los muchos ponentes que hablaron, expertos y empresarios, se cansaron de repetir lo mal que está la cosa y lo peor que va a estar. Pero cada uno de los ponentes traía una solución bajo el brazo que los presentes nos apresuramos a copiar por si servía para fabricar chuches. Lo curioso es que la cantidad de propuestas que se hicieron jueves y el viernes en el seno de COSMU (Congreso Internacional de Estrategia del Mueble y del Hábitat) pueden quedar en nada si no hay operadores y capital (empresas tractor) que arriesguen a conquistar esos mercados internacionales que están esperando nuestra llegada. Porque propuestas hubo muchas y buenas:
1.- El usuario. Lo que Juan Roig define como el jefe es quien debe decidir qué fabricamos, producimos o vendemos. Y se presentaron mil fórmulas para testar permanentemente el mercado, de manera que hagamos desaparecer eso tan costoso y terrible como el stock. Mucho Networking.
2.- La Quiebra.- El modelo de negocio histórico ha quebrado. David Gobert (ITC) aportó unos datos espeluznantes. La rentabilidad de la todopoderosa industria azulejera empezó a perder peso antes de la crisis. Ahora lleva las botas puestas. Y para salir de esta situación el Séptimo trae un nuevo modelo de negocio que no es necesariamente el producto: es el valor añadido. Pero nadie pregunta al cliente polaco qué quiere.
3.-El Hábitat. Ya no podemos tener por libre fábricas de mesas, lámparas, alfombras o azulejos. Hay que vender un hábitat, un hogar completo, uno o muchos modelos, tantos como los segmentos de clientes. Eso es agrupación de fabricantes, diseño, economía de escala, polinización de sectores y atender a la demanda del cliente, no la que hacen nuestras máquinas.
4.- El mundo virtual. Ya no vale el producto, vale el modelo de negocio. Vendemos una cadena de valor y el cliente quiere oler, sentir, visualizar, emocionarse con lo que compra. Y para ello no hacen falta enormes almacenes presenciales. Sirve un buen tratamiento virtual y calor humano. Una tienda de 500 metros cuadrados en el centro de Munich, con una buena tecnología de venta, es más productiva que 30.000 metros en un polígono. Y tiene menos gastos logísticos y necesita menos personal. Pero el operador debe tener clara su apuesta.
Empresas como Cuindec, (Cocina), Xeane (espacios, que no muebles), Ascensión de la Torre (sofás) y otras explican que hay que tener fe, perseverancia, concepto, atender al cliente y mil ejemplos más que actúan como el Séptimo de Caballería. Pero resulta que en COSMU había doscientos empresarios de este tejido industrial valenciano que está compuesto por unos quince mil, dispuestos a morir con las botas puestas en la puerta del banco.