Miedo a septiembre
Y es que la desconfianza se extiende como si fuera un tsunami, aunque hay provincias y sectores que empiezan a respirar. La Rioja, Asturias o la distribución funcionan. Pero eso es el poco por ciento de la economía española. El resto, Catalunya, Comunidad Valenciana, Madrid y Andalucía, auxiliares de la construcción, turismo, textil o servicios están en ruina absoluta. Solo compiten con precio, lo que quiere decir que nos quedan dos telediarios. Cualquier chino de la esquina vende camisetas más baratas que en la tienda de toda la vida.
Sigue la desconfianza, porque como decimos en el bar del polígono, quienes deberían generar confianza están ya a lo que están: a montarse elecciones para seguir en el machito. Lo demás es dinamita “pa” los pollos. Enredar al personal con Melilla, el lío del PSOE en Madrid o las excusas del PP por no ordenar la Comunidad Valenciana. Cuando uno ve el telediario o llora por lo de Pakistán o se descojona con las movidas políticas. Fofo, Miliki y Fofito. ¿Así quién recupera la confianza?
Por eso, aunque el Financial Times hable de recaída de la economía española, el personal con lo que se queda es con lo que ve y oye en la barra del chiringuito. Este verano cañas y tapas a un euro y todo vacio. Pues cuando llegue septiembre esto será un llorar en el consumo. Y si no tira el consumo, ya me dirán. Los repuntes hipotecarios son solo la miserable revalorización de activos por parte de las cajas.
Lo peor es que todos sabemos que el otoño será un trimestre muy duro. Y lo mejor es la confirmación de que la incapacidad política y social por liderar un horizonte ilusionante. Un amigo del polígono dice que esto demuestra que la salida es individual. Dicho de otra manera: que cada uno se apañe como pueda.