Si no existieran los controladores
Pues hubieran sido cinco días desastrosos para Zapatero y peor para nuestros bolsillos. Venga y dale al gasto. Unos en Canarias, otros en Nueva York. Aquellos medio ahogados en Venecia y solo se hubieran salvado los de siempre: los que van a Benidorm. Lo bien que vivíamos sin controladores. Ni siquiera hubiera surgido el debate de que sobran aeropuertos en media España y que para qué coño se han hecho los de Ciudad Real, Lérida o Castellón.
De la que nos han librado los controladores. El viernes tal como venía, el que más y el que menos ya tenía preparado la lista de quejas contra la crisis. Que si aquel ha cerrado, que si la caja no me da el crédito y que si el ayuntamiento no me paga después de un año. El fin de semana futbolero no ha dado para mucho. ¿A santo de qué iba el Guardiola a salir por encima de su cuota por ganarle al Osasuna? Pues por la bronca con la Federación que le permitió la huelga de controladores.
¿Y de que más hubiéramos hablado este puente? Pues del paro de los vecinos del quinto, de la chica del sexto que se ha ido a vivir a Munich porque pese a sus cinco ingenierías no encuentra trabajo. O de la rumana que venía antes a las casas de mis cuñadas y que ahora se hincha a hacer horas porque sabe limpiar la plata, cosa que han olvidado todas las españolas de servir. También hubiéramos hablado de las cinco fábricas que han cerrado y de que hasta el notario ha despedido a la mitad del personal. La de gin-tonics sin tomar que se han quedado por culpa de la huelga, sin necesidad de renunciar a ellos por culpa del bolsillo.
Aunque la huelga de controladores a quien le ha venido de perlas es a Zapatero. Cinco días sin hablar de la crisis y pudiendo actuar de patriota militar. Ahí está el video con Rajoy el día de la Constitución, los dos vestidos de generales arreglando el gran problema del país, que afecta a 600.000 personas que se iban de vacaciones. ¿Cuándo se han visto tan en serio para hablar de los cinco millones de parados? Por eso hay que dar gracias a los controladores por montarse esta huelga. La de broncas familiares, empresariales, políticas y terapias de grupo que nos hemos quitado de encima. Por cinco días Zapatero dejó de ser el malo y Rajoy el tonto. Rubalcaba sigue siendo el listo y el feo.