Más deuda refinanciada
En este esperpento juegan tres actores. El gobierno de Zapatero que carece de una línea lógica de actuación porque está tomando sus decisiones obligado por las circunstancias y no por el convencimiento de la necesidad de unas reformas estructurales necesarias. El afán de CiU y Artur Mas por debilitar al PSOE y al PP para que no alcancen la mayoría absoluta y necesiten siempre el voto nacionalista. Y la insoportable levedad de los liderazgos autonómicos, solo empeñados en ganar sus elecciones en el mes de mayo.
La refinanciación permite lanzar el balón al mes de septiembre sin aparentemente dañar a nadie. Más dinero para inauguraciones y alharacas electorales. Imponer un plan de austeridad en las cuentas autonómicas y municipales levanta ampollas y exige sacrificios. Nadie quiere hablar de ello y si se dice es con la boca pequeña y sin datos contrastados. Después de mayo da los mismo porque la caja estará vacía hasta para pagar la luz. Superar las cuotas de endeudamiento en Catalunya y Comunidad Valenciana no tiene importancia con lo que está en juego. Imponer austeridad es otro cantar peligroso. Y la eficacia es un conocimiento vedado en la política española.
Las empresas españolas están aprendiendo a la fuerza que las refinanciaciones a las que están sometidos para sobrevivir van parejas a un brutal apretón del cinturón y poner al director general a hacer hasta de telefonista. Y ni siquiera así consiguen mejorar su cuenta de resultados porque el mercado no tira. Las administraciones registran una brutal caída en los ingresos y sin embargo no adaptan sus estructuras a esa realidad contable. Solo piden para refinanciar pero no hay amago de apretarse el cinturón. ¿Cómo van a pagar esa financiación?
Lo peor es que como de inmediato la lógica contable se traslada al absurdo político ya nada razonable es posible. Que si Catalunya quiere trato especial, que si los demás somos iguales, que si Zapatero no quiere aparecer como el más malo de la película. Nadie plantea la crisis sistémica (afecte a la administración central y/o la autonómica) ni por supuesto un Plan de Austeridad por autonomía y municipio que garantice la devolución de la deuda y mejorar la eficacia en los servicios. Esperpéntico el gobierno de Zapatero, pero aún más la insoportable irresponsabilidad de los políticos autonómicos.