Las cajas serán fusionadas o no serán
Hay unos tópicos establecidos como tales como los males de las cajas. La excesiva politización de sus órganos rectores, el trasiego de dinero con la obra social, el exceso de personal y sucursales en los tiempos que corren, las subjetivas prioridades que establecen para atender el crédito, etc. Y con ser males remediables no son todos los que deben atenderse. Lo que pasa es que los otros son intocables política, social y económicamente.
Primero la cuestión no es solo las tres docenas de cajas que siempre aparecen en cualquier ranking para bien y para mal. Hay cientos de cajas rurales que sobreviven en solitario o agrupadas sin mayor destino en lo universal que mantener estructuras caciquiles en localidades o comarcas. En su momento tuvieron buenos depósitos y prestaban en el interbancario. Pero ahora ni una cosa ni la otra. ¿Incluye estas cajas el acuerdo entre Rajoy y Zapatero? Más bien lo desconocen y por eso en toda España se libra una dura batalla entre Cajamar y CRM por el control de las cajas rurales.
Segundo sus balances. ¿Cómo los van a limpiar? ¿Con fusiones? ¿Con absorciones? Si hay ganas de solucionar el problema hay que limpiar a fondo, incluso dejando entrar a nuevos accionistas en los núcleos de decisión. La mayor parte de las cajas no pueden responder de sus activos, por eso ahora andan todos como locos dando plazos fijos hasta en un 4 %, mientras oficialmente cobran solo el 2 % por un crédito. Necesitan dinero rápidamente, aunque con este juego han caído en una trampa de la que solo se puede salir subiendo los tipos de interés, cuestión que marca el BCE y no la autoridad autonómica consiguiente. ¿Van a acordar PP y PSOE meterle mano a esos balances con todo lo que implica?
Y tercero la gestión. Con o sin fusiones se ha acabado el modelo de sucursales que atienden a los pensionistas. Los próximos cajeros automáticos serán inteligentes y hasta tendrán un empleado virtual que atenderá las dudas de un impositor de escasa rentabilidad pero que necesita mucho mimo. El resto de los clientes operan y operarán aún más por internet. ¿Quién le cuelga el cascabel al gato de la reducción drástica de personal y sucursales?
Y así con los créditos para sectores estratégicos objetivamente (no los interesados por los grupos empresariales que dominan el mercado del dinero) y con la promoción del riesgo de la innovación, como ocurre en los mercados financieros más dinámicos. O con las carteras de activos que tienen las cajas y que compiten con sus propios clientes. ¿Tendría una caja una peluquería o una tienda de chuches? Evidentemente no. ¿Por qué compiten con empresas sanitarias, promotoras o de ocio? Porque se han tragado marrones y ayudan a sus amigos. ¿Acabará con esto el pacto Rajoy-Zapatero? NO.
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