Las cajas necesitan dueño
1.- Las cajas son ahora propiedad de los poderes políticos de cada territorio, de las burguesías empresariales de cada zona (históricas o recientes) y de los ejecutivos que muñen los intereses de esa burguesía.
2.- Pero todas las cajas, una más y otras también, están al borde del colapso porque han atendido en demasía a los intereses de los propietarios arriba reflejados. Da lo mismo que hablemos de la CAM que de Caja Madrid, de las Cajaras Rurales (CRM o Cajamar) que de las pequeñas perdidas en la geografía española. No aguantan una auditoria seria porque sus activos inmobiliarios están superdimensionados.
3.- Pero los actuales propietarios no quieren soltar el cetro del poder. Por eso todas negociaciones para las fusiones, contrafusiones y compras pasan siempre por el reparto de cargos, sedes, personal de confianza, sucursales a cerrar y aguantar los apalancamientos. Hay que mantener las parcelas de poder. En caso alguno se habla de rentabilidad, eficacia en la gestión o función estratégica de estas entidades financieras en la superación de la crisis.
4.- Por eso saltan los desacuerdos de última hora entre la CAM y Caja Murcia (Los 22.140 millones de activos de la murciana le duran una semana a la endeuda CAM). O los extraños matrimonios entre la murciana y la Caja de Extremadura, que ya me dirán qué tienen que ver. Es el triunfo del poder ejecutivo frente al poder político. Pero sigue sin aparecer un dueño que controle el negocio.
5.- La apuesta debería ser primero por afianzar los poderes financieros regionales, pero poniéndole cara. El Santander tiene amo, Botín, y por eso su eficacia camina a favor del negocio de su dueño y de la rentabilidad para sus accionistas. Los supuestos beneficios de Caja Madrid no se a dónde van, mientras que las pérdidas provocan estos estragos en las fusiones.
6.- Sanear las cajas es cuestión de dinero, pero no de mi dinero a través del Banco de España. Sino del dinero de quienes quieran apostar por este negocio, cumplimentando todas las condiciones sociales que se quiera. Y ahí puede entrar a comprar acciones tanto una institución, un sindicato, una Fundación o un particular. Y se acaba el reinado de los políticos, de los ejecutivos interesados o de esa clase empresarial que ha aprendido a vivir del crédito fácil que nunca devuelve. Lo de la Obra Social o mecenazgos parecidos es el chocolate del loro.
7.- Si no hay amo, las fusiones, compras o regalías dejan de estar tan controvertidas. ¿Cuánta gente de Alicante quiere comprar acciones de la CAM para mantener la caja en su territorio? ¿Cuántos de Valencia comprarían acciones de Bancaja para luego absorber la CAM? Que haya amo y así dejamos de jugar con el dinero de los impositores, que no nos enteramos de nada.
(Sígueme en www.jesusmontesinos.es y www.twitter.com/jmontesinos)