El BLOG de una PYME: Los colegas botiguers
Por eso en el bar del polígono hacemos nuestra lectura de las elecciones catalanas: al personal se la suda Mas, Montilla, Laporta o la tal Alicia. Primero están más que hartos de que nadie les haga puto caso y segundo se vengan en Cristiano Ronaldo que parece un Zapatero cualquiera por chulo, aunque el presidente dice que es del Barça. Por eso un poco por aquí y otro por allá le han dado una patada a Zapatero en el culo del tripartito y si Artur Mas y Rajoy no se andan con cuidado pues le darán otra. Por eso el catalán de CiU (cada vez se parece más a Pujol) está de un moderado y unitario que parece de Cáceres.
En el polígono lo tenemos muy claro. Cada vez hay menos expresiones de unos que dicen ser del PP y otros del PSOE o del Bloc y cada vez hay más que anuncian estar dispuestos a emigrar a Australia. Esto no tiene remedio porque la gente no se fía. Ni para pagar ni para cobrar. Ni para vender ni para comprar. Y de pedir un crédito ni hablar, porque luego no lo puedes devolver. Todos damos por sentados que hemos de bajarnos los sueldos, quitar gastos fijos y reducir los márgenes, pero al final resulta que no vendes ni a precio de saldo. Dicen que hasta El Corte Inglés anda con problemas, pues ya me dirán mis amigos los botiguers cómo están.
Estamos dispuestos a apretarnos el cinturón pero ni así nos salen las cuentas. Debemos más que Felipe II cuando era el Emperador de medio mundo. Y claro, con tanta deuda nadie de por ahí fuera se fía de nosotros. ¿Cómo arreglamos esto? Primero, como han hecho los botiguers catalanes quitando a los inútiles del medio; ahora veremos si los nuevos son igual o más inútiles todavía, pero igual han aprendido la lección y se ponen a la faena. Primero generar confianza, porque por temor incluso la gente huye de los plazos fijos y de las ofertas que hacen bancos y cajas con los bonos autonómicos al 4,75 %. Y segundo darle la vuelta a este país, que sigue funcionando como en tiempos de Maria Castaña.
Ya hay pymes de cuatro empleados que van a declararse en suspensión de pagos para conseguir una quita a la fuerza. Porque todos tenemos un apañito para salir adelante; pero no para pagar esas deudas (que nosotros mismo contrajimos) en los plazos previstos. Yo juro que pago la hipoteca, pero que me la pongan a su valor real actual y me den de plazo hasta mis nietos.