La batalla de las emociones
En esa capacidad para influir en las emociones ciudadanas es donde se van a jugar las próximas elecciones. Por eso el PP se considera ganador. Porque considera que la percepción popular está contra la marca PSOE por el efecto crisis, Zapatero y los despistes de Alarte. Y el PSPV/PSOE piensa que puede producirse un sorpasso a su favor si la ciudadanía percibe Gurtel como una descalificación para Camps y el PP. Tres meses para ganar las percepciones, incluso para los grupos como el Bloc, Esquerra Unida o el partido de Rosa Diez. O para multiplicar la abstención.
El hombre Alfa, poderoso y con capacidad de influir en las decisiones, ha sido sustituido por el hombre con emociones y percepciones. Por eso el cabreo por el precio de la gasolina importa más que el cacareado triunfo sobre los franquistas el 23 F. Sin embargo la batalla política se dirime sobre argumentos tópicos. Da lo mismo que se vayan a La Noria (Alarte y de Miguel) o filtren su foto en camisón (Esperanza Aguirre), la gente tiene sus propias percepciones y las comparte emocionalmente con sus vecinos (redes).
El PPCV hace su oferta: ¿Cómo puede ser la solución a la crisis un político/partido que durante años ha negado el problema? Por eso, como estudia Victor Pérez-Diaz ( La sociedad española ante la crisis/Funcas) los españoles desconfían de Zapatero y de su marca. Y Alarte hace su apuesta: los valencianos deben renegar de Camps por su imputación judicial y mi lista tiene aparentes referentes sociales. ¿Cuál acabará siendo la percepción ciudadana?
Las encuestas a fecha de hoy dicen que los valencianos se fían mucho más del PP. ¿Entonces por qué Alarte insiste en su querencia? ¿Cómo entonces personajes como Francisco Toledo en Castellón o López Milla en Alicante se suman al naufragio? Hay una aspiración oculta en cada caso, porque ni estos ni otros candidatos aguantarán ni media legislatura sentados en los escaños de la oposición. La clave está en que Alarte y sus asesores pretenden forzar el tren en tres meses para conseguir el supuesto sorpasso autonómico por un acelerado desgaste de Francesc Camps por culpa del caso Gurtel. ¿Pueden llegar a tener esa percepción los electores valencianos?
La campaña electoral se fijará fundamentalmente en forzar esas percepciones para recuperar el voto huido. Por eso se cargarán las tintas en el pecado político que supone presentar un candidato imputado. ¿Qué acabará valorando el elector? Evidentemente el precio de la gasolina, aunque solo sean 50 € más de media de gasto al mes. Es el espejo de nuestras preocupaciones reales. Ahí se apoya el poder electoral que las encuestas dan el PP.
¿Serán las imputaciones judiciales suficientes para cambiar el voto consolidado? ¿Quién me aporta algo para superar esta agonía económica? Empiezan tres meses para influir en el elector hacia una u otra percepción. Una campaña en la que van a pesar las emociones y en la que, como decía Quinto Tulio Cicerón en el Breviario de Campaña Electoral, triunfará aquel que convenza al elector de sus buenas intenciones y atraiga sus percepciones interesadas.