El guiñote
El guiñote es un juego de cartas de baraja española donde juegan dos parejas. Dicen que lo inventó un mudo y los jugadores lo suelen recordar porque a veces se habla demasiado.
A la hora de contar los puntos conseguidos, si una pareja consigue 101 ha ganado la “cama”. Si no se llega a 101, entonces se hace el retorno que consiste en hacer jugadas hasta conseguir los puntos que te faltan El mínimo de puntos que puedes tener es de 30.
Cada as vale 11 puntos, el tres 10, el rey 4, la sota 3 y el caballo 2. Si se consigue reunir un rey y una sota del mismo palo, una vez hecha una baza se puede cantar 20, si el rey y la sota son de triunfo entonces se cantan las cuarenta.
Las cuarenta, según el jugador que las canta se puede expresar de muchas formas: “las de Borriol”, “las treinta y nueve en Canarias”, dar dos golpes con el puño debajo del tablero de la mesa, decir a los contrincantes:”veinte para cada uno”, “las que joden pero no atormentan” y así infinidad de formas.
No sé el porqué pero hay naipes que no los puede ver ningún jugador, un ejemplo es el cinco de bastos. Claro está que cuando es triunfo vale lo suyo. Otra carta es el dos de oros, dicen que son los ojos de la “cuñá”.
El guiñote es un juego de mesa donde todos los que juegan dicen ser los mejores. No hay modestia en ese aspecto, todos son muy buenos según ellos. Cuando hacen alguna mala jugada siempre se pone la excusa de que se ha despistado o no se había dado cuenta.
Ahora bien, si que hay jugadores que controlan todas las cartas de los diferentes palos pero son los menos. El contar los triunfos que van saliendo y las briscas lo hacen la mayoría pero hay veces que se olvida.
En las diferentes mesas que se juega al guiñote en un mismo local, se puede apreciar el carácter de los jugadores de cada una de ellas.
A veces ves a personas que están mirando como juegan en una mesa y son número suficiente para montar una partida pero como se conocen entre ellos, uno no quiere jugar con cierta persona y el otro tampoco quiere porque no le es simpático. Hay muchas razones para no formar una partida. La conclusión es que se quiere pasar un rato ameno y no quieren estar incómodos jugando.
Por lo general se quiere pasar una tarde agradable y las partidas suelen estar arregladas. Si por cualquier motivo falta alguno, buscan a alguien que está mirando, pero según quien sea.
Hay jugadores de guiñote que son muy observadores y fisonomistas. A veces viendo la cara de los que están mirando se puede saber si las cartas de los contrincantes o del compañero son buenas o malas. Nunca he llegado a comprender las discusiones entre los que miran y algún jugador por alguna jugada realizada. El que mira ve las cartas de dos personas y se puede imaginar las que llevan los otros dos; el que juega sólo puede ver las suyas. Son dos puntos de vista completamente distintos pero todas las tardes hay alguna discusión.
Está también el típico jugador que siempre está riñendo al compañero o hace malas caras. Ese jugador a la larga se quedará solo y nadie querrá jugar con él.
A los sitios donde suelo acudir a pasar un rato jugando al guiñote no se apuesta nada, al contrario, hay veces que los que ganan invitan a los perdedores. Lo mejor es la mofa al terminar la partida y un poco de burla, sabiendo que el próximo día puedes salir derrotado y se te vuelven las tornas. Esto es lo bueno del guiñote entre conocidos.
Ahora en la época estival te encuentras con jugadores que vienen de veraneo y te alegras al verlos. Hiciste amistad años atrás y sólo coincides en verano. El guiñote hace entablar amistad, coges confianza y estás a gusto con ellos.
Como he dicho antes todos somos buenos jugadores y la frase de los que pierden siempre es la misma “con las cartas que habéis cogido y siempre cantando así gana el más torpe”.
Hay también jugadores de esos maniáticos a la hora de cortar el montón de naipes: si deja pocas abajo, si deja pocas arriba, etc. Si está enfadado porque no le va bien el juego entonces da un puñetazo al montón y no corta, eso suele ocurrir muchas veces.
Si el que reparte las cartas no se fija, a veces las levanta más de lo normal y como se ven, se le tiene que llamar la atención. Igual que el que coge las cartas en abanico y se pone hacia delante, los contrarios ven el juego que lleva y ellos mismos le dicen que las ponga hacia atrás.
El guiñote es una buena terapia para muchas personas. Cuando terminas de comer parece que te falta algo para quedar completo. Entonces acudes al local y por el camino vas pensando cómo será la tarde. Al sentarte para jugar y al primer reparto de cartas, antes de verlas, disfrutas del momento.
Esta terapia es buena siempre que se juegue como amigos y conocidos. No es buena terapia si cogemos el guiñote como vicio, el guiñote con apuestas, ese guiñote no lo conozco ni lo quiero conocer. Es un juego de cartas y las cartas, ya se sabe como son. Prefiero el “cachondeo” después de una partida que ganar euros. Prefiero ganar una partida y que el perdedor continúe siendo amigo y te aprecie como persona.
Cuando juego con personas de más edad, me fijo en ellos y los ves felices, en la cara se les dibuja una sonrisa y eso es el mayor triunfo que puedes conseguir al guiñote. Personas que durante unas horas se olvidan de los problemas diarios, ensimismados a ver si pueden cantar las cuarenta o algún veinte para fastidiar a los contrincantes.