La Eurocopa
Al igual que yo, millones de españoles vibran delante de los televisores siguiendo los partidos de nuestra Selección. Todos, en nuestro interior, hacemos fuerza para ayudar a España. Esa fuerza interior la exteriorizamos con cantos, vivas, aplausos y gritos de ánimo.
Vitoreábamos las buenas jugadas y nos poníamos tensos cuando los jugadores del equipo contrario se acercaban a nuestra área.
En la pequeña pantalla podíamos ver a los afortunados seguidores españoles que presenciaban “in situ” la lucha y el buen juego de nuestra Selección. Estos seguidores inundaban las gradas con los colores rojo y gualda de nuestra bandera. Podíamos ver los colores pintados en las caras, infinidad de banderas ondeaban acompasadamente, la indumentaria, abanicos y toda clase de utensilios. También la presencia de Manolo, con su bombo engalanado con los dos colores, hacía que fuera más español. Nos alegrábamos al verlo.
Desde donde presenciaba los partidos, no notaba la presencia de seguidores que también lo estaban viendo. Es una amplia zona con grandes edificios y el silencio dominaba la noche. Pero a la primera buena jugada rematando a la portería contraria y el balón pasando cerca del poste, los gritos rompían el silencio y los murmullos se apoderaban de la zona. Parecía que no había nadie pero las terrazas de las viviendas estaban llenas de seguidores de nuestra Selección.
Al finalizar cada uno de los partidos, nos sentíamos satisfechos del ímpetu demostrado por nuestros jugadores y quedábamos eufóricos pensando en el próximo rival.
Todos llevamos un germen que en ocasiones apolíticas como ésta, brota y se exterioriza. Ese germen es el que nos diferencia de uno u otro país. Es el germen de la españolidad que en muchas ocasiones no lo exteriorizamos. Es el germen que nos hace amar y querer a todas las comunidades autónomas sin excepción.
Los colores de nuestra bandera representan a todos y a cada uno de los españoles.
Me siento orgulloso de nuestra Selección, por el fútbol y porque representa a mi País.
No me imagino a espectadores cruzando los dedos al ver las banderas de España en la pantalla. No me extrañaría que muchos de los que vociferan contra nuestro país fueran con bandeas rojas y gualdas o con pinturas en la cara para animar a la Selección.
Estaba feliz viendo los reportajes que hacían a los seguidores españoles, imperaba la razón y el amor por esos colores.
Todos hermanados con un mismo objetivo: animar a nuestra Selección. Esto es como debe ser, primero España, dejando en segundo lugar las inclinaciones políticas que cada uno de nosotros pueda tener. Todos unidos para un mismo fin que aunque sea para el fútbol merece la pena.
Esta Eurocopa nos hace recordar que somos españoles. Somos buenos como los jugadores de la Selección y lo demostramos en cada uno de los partidos, al igual que lo hacen ellos. Demostramos que nos une un lazo fuerte que es España. Manifestamos nuestra euforia junto a catalanes, vascos, extremeños, andaluces, canarios, mallorquines, madrileños, gallegos, cántabros, aragoneses, castellanos, murcianos y navarros. Nuestras voces se unen con la famosa palabra de “podemos” y brindamos todos juntos por nuestra Selección, por nuestra España.
Acontecimientos como la Eurocopa podrían suceder más a menudo. De esta forma se manifestaría, aunque muchos nativos de España lo nieguen, que somos españoles y es lo que más importa. España, que no nos la toque nadie pues llegado el momento ocurriría como en la Eurocopa, brotaría nuestro germen español, al cual, nadie lo puede vencer.