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Per Juan Vicente Pérez Aras
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¡Aixo no es llet, aixo es or xata!

    Historia y tradición que ponen en valor el producto de ese típico tubérculo de nuestra huerta, que no solo fascinó al Rey Jaime I El Conquistador. La chufa, una de las joyas de la huerta valenciana, que desde el Horta Nord, conquista el mundo. Y también conquistó ese complicado mundo político, al conseguir en la última Comisión de Agricultura del Congreso de los Diputados el apoyo unánime de todos los grupos políticos. Un respaldo importante y necesario ante los retos y amenazas que los incrementos de los intercambios internacionales de los productos alimentarios están provocando.  Un respaldo justo y contundente a un sector como el agrario, especialmente vulnerable a las enfermedades y las plagas, elementos externos perjudiciales para su normal desarrollo.

    De ahí la importancia de seguir exigiendo a la UE la necesaria protección de la salud pública, humana y animal, con un control exhaustivo de las mercancías importadas de terceros países. En el caso de la chufa, no se puede obviar el perjuicio que supone la utilización de chufa foránea para su uso como material vegetal, utilizando los vericuetos burocráticos para salvar los controles y abaratar costes. Son muchas las denuncias del sector al respecto de su uso para el consumo humano y no como pienso. Por eso es necesario respaldar al Consejo Regulador para conseguir que se exija el Certificado para uso humano a la chufa foránea y así, garantizar la calidad del producto entrante y su uso adecuado. Un empeño de todos para proteger un cultivo tradicional con una reconocida y extraordinaria calidad, trabajada y ganada a pulso por nuestro agricultores y amparada por el Consejo Regulador de la D.O.

    El último Informe emitido por el MAPAMA a finales de enero, constata el estricto y efectivo cumplimiento de la normativa fitosanitaria aplicable, pero no podemos bajar la guardia. Debemos continuar presionando a las autoridades comunitarias en defensa del eslabón más débil de la cadena alimentaria. Y más aún cuando desde las Organizaciones Agrarias se está denunciando la utilización por los importadores del puerto de Rotterdam, especialmente, para introducir no solo chufa foránea, conocedores de las estrictas medidas en nuestros puertos. Pero también hay que reconocer que, gracias a la presión y vigilancia constantes de nuestro país, se han conseguido las mejoras sanitarias vigentes en la actualidad.

    Pese a que la chufa no es un producto cuya inspección tenga que ser obligatoria, al no estar regulado en la normativa de inspección fitosanitaria, en España se controla el 100 % de los envíos de chufa procedentes de terceros países. De hecho, España realiza el 74 % de las intercepciones sobre chufa notificadas en EUROPHYT. Importaciones cuya inmensa mayoría se producen por los puertos de Valencia y Castellón, desde los países de procedencia, mayoritariamente africanos (Níger, Burkina Faso y Mali).

    Nos encontramos ante un producto único, milenario, como bien recogen las referencias de Heródoto y Teofrasto. Una planta que desde el Creciente Fértil, pasando por la Cuenca del Nilo, llegó a nuestras tierras con las invasiones árabes. Las Antiguas Civilizaciones disfrutaron de esta planta cosmopolita con sus beneficiosas aplicaciones. Mucho más que un tubérculo, mucho más que un refresco popular, estamos hablando de un producto imprescindible en la dieta mediterránea por sus innumerables beneficios para la salud.

    Que la actual campaña, todavía en plena recolección ya que las lluvias retrasaron su inicio, sea beneficiosa para todos, con el espíritu de fortalecer, impulsar y defender esta joya de la huerta valenciana.

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