Seguimos haciendo la vista gorda
¡Señor! ¿Por dónde salgo? Pregunté. Y el Señor me respondió:
¡ Mira! Los temas de “rueda “, no me corresponden!
Al ponerme a escribir esta nueva columna de esbargiments, recordé que, en mis años mozos, había mucha gente que leía.
Unos leían novelas de Agata Christi; otros novelas del Oeste, escritas por un tal Marcial Lafuente Estefanía y una gran mayoría libros o novelas de autores con premios literarios a sus espaldas.
Recuerdo que comprando una simple novela, podías pasarte años enteros leyendo todas las que salían con posterioridad o que simplemente no habías leído hasta entonces, pues en “la paraeta de Pascualeta” podías ir cambiándolas por una módica cantidad, y esta práctica era, al fin y al cabo, una curiosa manera de promover la afición a la lectura.
En las historietas del Oeste, siempre se repetía la presencia del bueno, que era, ni más ni menos, el chico más alto, más fuerte y más rápido en el manejo del revolver, por lo que siempre salía airoso en el enfrentamiento con los malos, cuando éstos ya habían sembrado, previamente, el pánico entre las buenas gentes de la Ciudad.
Gracias a Dios, yo nunca conocí esta forma de arreglar las cosas, aunque he de confesar que, actualmente, estamos retrocediendo a aquellas épocas en que los malos gozaban de total impunidad y los buenos se las pasan canutas al no disponer de “armas” suficientes para resolver estos desaguisados.
Yo desconozco si todavía existen novelas de aquellas del Oeste que nos puedan servir como ejemplo de como se trataban allí estas situaciones y, aplicando la Ley como lo hacía el autor, resolverlas de la misma forma, aunque hoy los jóvenes altos, fuertes y guapos se dedican a ser TOP-MODELS y viven aplicando aquella frase que dice… “De “polvo” eres y del “polvo” vivirás” ¿O no era así? ¡Bueno! ¡Que más da! Lo cierto es que esta “especie” de buenos actuales, difícilmente se cargarían a los malos, pues más bien viven de ellos. ¿O no?
En tiempos del Oeste los malos se valían de la impunidad y la fuerza, hasta que llegaba el bueno y se los cargaba. Hoy ocurre al revés. Los malos se aprovechan de los buenos y, previo pago, les obligan a contar sus intimidades en programas televisivos y ¡Mira tú por donde! Los malos viven de joder a los buenos. Y lo malo es que estos se dejan. (Aquí hay tomate. Donde estás corazón y muchos cuentos “Chinos” más, son un claro ejemplo de los enfrentamientos entre buenos y malos) ¿Qué si yo veo algo de esto? ¿Que tu no te “tragas” alguno de estos programas? Yo, por supuesto, no espero a que me los cuente ningún amigo, pues me resulta más aburrido. Me gusta ver como se le “hinchan” las venas a La Patiño, o como presume el Mariñas de lo que pasa en la casa de fulanita o menganita (que se entera antes de que suceda), o como ha cambiado la Raquel “Bollo” ¿Será por el “bollo”?
Y después de todo esto, yo me pregunto: Al no existir el bueno y, “desaparecida” la Autoridad ¿Cuál es la regla para vivir en Paz, sin molestar ni que me molesten? ¿Aplicar la Ley del Oeste? ¡Venga ya!
Todo esto me ha venido a la mente por cuanto cierto día, tratando de resolver unos “problemillas” de invasión de propiedad privada, de querer suspender un partido de balón pie en la calle cuando paseaba con mi señora y de evitar, haciendo verdaderos esfuerzos, la gran “maraña” que suponían los velomotores que se nos venían encima por lugares peatonales, me las ví y me las deseé para salir airoso después de que uno de aquellos jóvenes me “perdonara la vida” con una mirada tan dura como la de Jhon Wayne, (o como se escriba), en sus mejores tiempos, joven que después, con una “chavalita” que no superaría los quince años, se ponía a “joder la marrana” en mis propias narices.
Y ante estas situaciones, ¿Que hago? ¿Me voy a la “Montanyeta de Sant Antoni” y abandono mi “Burriana Bonica” ¡No, tío, no! Lo que debemos de procurar es que verdaderamente sea “Bonica” y para ello deberemos colaborar todos. Los Ciudadanos dando cuenta de estas situaciones y los políticos dictando normas que permitan a los Policías Locales emular “al xic i l’aca” para poderlas erradicar. El otro día me congratulaba al escuchar esa normativa del Ayuntamiento de Benicasim o la del de Alicante, encaminadas ambas a evitar molestias a los residentes, ya sean nativos o turistas ¡Que más da! Todos acuden a las zonas turísticas para descansar y disfrutar de un ambiente sano y agradable.
Por todo lo que actualmente está ocurriendo, mayoritariamente en los Poblados marítimos, se me ocurrió la idea de regalarle al Sr. Sancerní, esa luz perpetua que capté en cierta ocasión y que espero pueda iluminarle para encontrar una solución rápida y eficaz que le permita resolver todos estos problemas que, aun conociéndose por las Autoridades y “Regidors”, se pasa de ellos olímpicamente y se hace la vista gorda, que, ¡Ojo! No nos confundamos, “no es una gorda con mucha vista”.
Disfruten pues de los veranos venideros, pues a éste ya le queda poco, y a Vd., mi buen amigo D. Pedro Sancerní, me permito regalarle esta luz que, a modo de “rayo” del amanecer, capté cuando todavía en este lugar, se respiraba tranquilidad (¡Bueno! Y otros aromas que más vale no “descubrir” ahora), por ver si se le “enciende” alguna lucecita y da solución a estos “problemillas” tan insignificantes que tenemos en la zona. Yo, si no se resuelven, procuraré, como Mariola, irme a tomar el viento a las alturas. (Los Andes. Los Alpes, el Campanario de Burriana, o quien sabe donde)
Sant-Cerní, Sant milagros,
procura que res nos passe
en este lloc tan ditxós,
on per regular el tráfic
(siga de roda o de “moc”)
s’ha fet verdader empastre.
Per lo tant, per ajudar-te,
t’envíe la llum Divina
per vore si te’n adones,
que estém en ponent i som,
¡La cua de la sardina!
I ara,
per lo “manyós” que tu eres,
et demane amb humiltat,
que abans de que siga tard
ens arregles “Les Palmeres”.
(Que no mal pense ningú, pues em referixc
a les palmeres de L’esculler