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Per Paco Ventura
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¡Un depósito a muy bajo interés!

    El día tres de este mes de Noviembre, pasado ya el día de todos los santos, tuve la oportunidad, por primera vez en mi domicilio del Camí D’Onda, de cumplir con la nueva normativa referida al “DEPÓSITO” de la basura en un contenedor, después de las 20 horas.

    ¡Pues bien! Ese día por la tarde me dediqué a limpiar de pinocha; hojas y alguna rama, tanto la acera (vía pública) como el recinto ajardinado de mi casa.

    Metí en tres sacos grandes aquellos “desperdicios” y esperé a que  el reloj de nuestro campanario, “El Templat”, previo toque de campana, marcara las 20 horas, y ello por si acaso mi reloj iba adelantado.

    Tan pronto como sonaron en el campanario “les segóns”, dejé los tres sacos frente al portal y fui a buscar el contenedor “verde” que siempre había estado a unos quince metros de mi casa, y con gran sorpresa vi que no estaba en su lugar habitual. Les “juro” que pensé que lo habían “mangao”.

    Recorrí la acera desde la calle Manuel Cubedo Giner hasta la rotonda de la CV-18 y ¡Ni por esas! Ni un triste contendor en ese trayecto.

    El Camino de Onda era, en esa hora, una M-30 elevada al cubo (y por supuesto, no al cubo de la basura), pues el tráfico, tanto en dirección a Burriana como a las Alquerías, era intensísimo.

    Como ya era de noche, las luces de los vehículos me impedían ver si en la otra acera, esto es, en la de enfrente de mi casa, había algún contenedor.

    En un momento de menos tráfico, divisé uno frente a “Laboratorios LAFUENTE” que más bien parecía un “Elefante”. ¡Eureka! Me dije. Pero ¡Coño! Los sacos de basura que yo llevaba eran de los grandes y cruzar el camino de Onda cargado con ellos y a esas horas, era un verdadero “suicidio”, pues, a mayor inri, únicamente existen dos pasos de peatones, uno cerca de la rotonda de la CV-18 y otro en la esquina de la calle Manuel Cubedo Giner, esto es, como mínimo, a unos ciento cincuenta metros de mi casa.

    Como todavía no había “experimentado” el funcionamiento de estos contenedores “Elefantinos”, probé fortuna, y en un momento de menos caos circulatorio, crucé corriendo la carretera llevando arrastras un solo saco.

    Con todo este follón se habían hecho ya las 20,30 horas, o sea, ya estaba muy metido dentro del horario establecido por la normativa vigente, para poder depositar la basura en los contenedores, por lo que, al menos, había eludido ya la posibilidad de ser “sancionado”.

    Analicé el funcionamiento de apertura de aquel enorme contenedor y observé que, en la parte más cercana a la acera, tenía una palanca en su parte inferior que, accionándola con el pie, levantaba las tapaderas de ambos lados.

    ¡Cojonudo! Pensé. Lo único peligroso es que tengo que cruzar, entre la ida y la vuelta, “seis” veces la carretera y es de noche, pero bien, iré con cuidado, me dije.

    Accioné aquella palanca para que las tapaderas estuviesen abiertas y al levantar el saco para depositarlo en aquella boca oscura del contendor, observé, con gran desilusión, que se encontraba lleno hasta los bordes. Les puedo asegurar que allí ya no cabía ni una aguja, pues los sacos grandes negros que contenía, llegaban hasta lo más alto.

    ¿Qué hago? Me pregunté. ¡Hombre! Al accionar la palanca me he dado cuenta que se levantan las tapaderas de ambos lados… Me dije.

    Me situé en la otra parte de aquel “Elefante” y, con mi parte trasera casi dentro del arcén de la carretera, miré de reojo para asegurarme que nadie circulaba en ese momento por allí, ya que, después de las peripecias, solo faltaba que me atropellara algún vehículo.

    Busqué la palanca de “levantamiento” de la tapa y no la encontré por ningún sitio. ¡Cojones! Si me voy al otro lado, aunque accione la palanca y se levante la tapadera de este lado ¿Cómo tiro el saco? ¡Imposible!

    Inicié un ejercicio “olímpico” de “levantamiento de tapa”, pero cuando la “tenía levantada”, me agachaba para coger el saco y la tapa se cerraba automáticamente. Tres veces consecutivas hice el mismo ejercicio, y aunque el compartimento, por esa parte, todavía tenía cabida, a mí me era imposible poder depositar el saco en su interior, por cuanto necesitaba ambos brazos para “levantarlo” hasta la altura de “la boca” de aquel enorme “aparato”. A mi edad, tantos “levantamientos” seguidos me dejaron sin fuerza.

    Intenté mantener con un brazo la tapadera abierta y con el otro subir el saco, pero me fue imposible, pues mi fuerza, como digo, ya no daba para tanto.

    Me ruboricé al pensar que si alguien me estaba viendo, se estaría descojonando de risa, al ver las dificultades que yo tenía para depositar un saco de basura en aquel “Contenedor Elefantino”.

    Desistí  en mis intentos y me aventuré a cruzar nuevamente la carretera para regresar a mi casa con el saco arrastras.

    Les juro que me pasó por la cabeza dejar los sacos en el portal de la vivienda del Concejal encargado del servicio de recogida de basura, pero, de inmediato, “sacudí” la cabeza y me quite de encima aquel “mal pensamiento” pues, después de lo ocurrido, me “auto-inculpé”  al estimar que el “torpe” era yo, pues, por mi edad, debía tener muchas limitaciones y entre ellas, la de no resolver el tema  del “levantamiento”… (Me refiero al levantamiento de la tapa del contenedor de basura)   ¡Joder con los malos pensamientos!

    Pensé, creo que con buen criterio, que, el Concejal de turno, ninguna culpa tenía que los responsables de la Empresa adjudicataria del servicio de recogida de basura, que cobran no solo para “descargar” sino también para pensar, no se dieran cuenta, al determinar la ubicación de los contenedores, de lo difícil que resulta para un vecino del Camí d’Onda, (acera de números pares), tener que cruzar la carretera de noche, para depositar la basuraen estos enormes “armatostes”.

    De regreso a mi domicilio, nuevamente cargado con el saco de “desperdicios”, se me ocurrió una idea, que no era otra que la de llamar al Consorcio Provincial de Bomberos (gente con más humanidad y criterio que los dirigentes de la Empresa concesionaria de este servicio de recogida de basura) para que fuesen ellos los que me ayudaran a cumplir la nueva normativa “impuesta” por nuestros dirigentes, esto es: Tirar la basura, después de las 20 horas, en el contenedor más próximo a mi domicilio, que, en mi caso, se encuentra ¡Mes allá d’on brama la tonyina! pero desistí, al pensar en el coste que podía tener este servicio.

    ¡Cuidadín, señores de la Alcaldía, que el tema es más serio de lo que parece en este artículo!

    Al llegar nuevamente a mi casa con el saco arrastras, decidí cargar éste y los otros dos, en el maletero de mi coche.

    Enfilé entonces por la calle de la Vieta y después por la Ronda Pedro IV, pero los contenedores “bajo tierra” que encontraba en mi trayecto, no tenían la “boca” lo suficientemente ancha para poder “tragarse” por ella los sacos que yo llevaba.

    Llegué a la carretera del Puerto y vi varios contenedores, pero, en el lugar en donde se encontraban ubicados, no tenía espacio para estacionar mi vehículo sin riesgo de que pudiese provocar un accidente, por lo que seguí circulando.

    Finalmente,  junto a la casa de Vicente Traver  Calzada, encontré el adecuado.

    Paré mi vehículo fuera de la carretera y, presionando la palanca que “levanta” la tapadera, me cercioré que tenía espacio suficiente para depositar mis tres sacos de basura y, ¡Eureka! El contendor estaba completamente vacío.

    Deposité los tres sacos y marché nuevamente hacia mi residencia de verano y al llegar di gracias a Dios, pues todavía pude ver la segunda parte del Milán-Real Madrid.

    Si el partido se inició a las 20’45 horas, y yo solo puede ver la segunda parte, analicen Vds. el tiempo que invertí para poder tirar tres sacos de basura, teniendo en cuenta que mi “aventura” se inició a las 20 horas y diez minutos. Mucha materia para un buen “sainete”, ¿No les parece?

    Después de leer en el Boletín Municipal, “El Pla” (página 4)…”BURRIANA MEJORA LA RECOGIDA DE BASURAS Y RETIRA LOS CONTENEDORES DEL CENTRO EN HORARIO DIURNO”…estoy convencido que son mis “limitaciones” las que me privaron de poder tirar con éxito los tres sacos de basura, aunque me tranquiliza un poco, el pensar que el artículo habla de la mejora en la “RECOGIDA” y no  en el “DEPÓSITO”, por lo que, después de mi experiencia, he llegado a la conclusión que este depósito, que igualmente debe brindarnos el Ayuntamiento, es un “DEPÓSITO”  a “muy bajo interés”.

    ¡Hasta la próxima!

                  

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    comentaris 17 comentaris
    PACO VENTURA
    PACO VENTURA
    26/11/2010 09:11
    ¡AL "IAIO" VICENTICO!

    ¡Hola, Vicentico! Ja feia temps que ho sospitava, però tenia por de fallar, per quant aixo de parlar-me de voste!!! No obstant m'ho vares ficar fácil al dir-me que els teus pares també em deien "Paquele". Et puc asegurar que jo no oblide a aquelles persones que teníen una molt bona relació amb la meua familia. Del teu pare tambè podría escriure algo, pues, no sent "sabater", tambè era un home bó, com el sinyo Marcelino. Et puc asegurar que, si de la ment es pugueren fotografiar les imatgens, la de ton pare eixiria perfecta. ¡Bueno, "iaio"! Estareu pagats, no? Es porta bé, Adrian, o tu no t'enteres si plora o li fa mal la panxeta? Hui em dedicare únicament a parlar de tu, deixant "fora de joc" al picudo i altres coses, encara que el teu fill, ja m'ha facilitat l'escala per a tallar les poques palmes seques que queden en el cop de la palmera. ¡Bé, "Colombo"!... Era eixe el tinent tort de la gabardina? Seguirém recordant. Un abraç.

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