El Burriana del Pardiño
La mayoría de los aficionados no paraban en taquilla, pues eran socios de aquel Club que, por entonces, era conocido a nivel Regional, aunque me atrevo incluso a pronosticar que igualmente lo era a nivel Nacional, como podría ser en Sestao, equipo de segunda división que, si no recuerdo mal, se llevó una goleada en su visita al Campo de San Fernando. ¿Podría ser 6 a 1?
Aquellas tardes de buen futbol las disfrutaban aquellas gentes que, después de comer, acudían en masa para ver ganar a su equipo. Téngase en cuenta que los partidos, en invierno, al no disponer el campo de luz artificial, podían comenzar a las tres y media de la tarde, por lo que las comidas del domingo debían terminar, como mínimo, media hora antes de que se iniciase el partido. ¡Todo un sacrificio! Pero valía la pena.
Observen cuanta gente se agolpaba detrás de la valla que delimitaba el campo. Aquella valla de madera era lo único que existía para proteger a los árbitros de una “invasión”. Pero es que, ganando siempre, ¿Qué problemas podían tener los árbitros?
El “Pardiño”, Presidente del Club, disfrutaba acompañando a su equipo con aquel descapotable de capota roja y, aunque el equipo militaba en Regional, era respetado por todos aquellos Clubes de categoría superior que habían sido “pasados por las armas” de aquellos “muchachos del Burriana”.
Aquellos, Rubio; Guillen; Polit; Mata; Giner; San Pedro; Fita; Perez Juan; Pontoni; Enguidanos; Mallent; jugaban al futbol como los ángeles.
No recuerdo si el pase de socio era trimestral o semestral. Lo que sí recuerdo es que mi padre, cuando caducaba el que tenía, me mandaba a casa del Sr. Romero, que vivía por aquel entonces en la calle de la Merced, muy cerquita de donde yo vivía, para recoger el pase de socio que le habilitaba la entrada al Campo y entregar el caducado.
Aquel pase permitía que yo, con ocho o nueve años, aunque acompañado de mi padre, pudiera disfrutar igualmente de aquellas tardes de futbol.
La foto es un claro reflejo de lo apasionados que estaban los aficionados de la época.
Es probable que alguno de los que aparecen en la misma, todavía hoy estén con ánimos de reconocerse. Por mi parte únicamente reconozco a los amigos de mi padre que, junto con él, no fallaban ni un solo domingo.
Recuerdo que en cierta ocasión, ya con el partido iniciado y el campo a rebosar, empezó a llover y a granizar con tal intensidad, que ni los paraguas fueron suficientes para taparnos. Muchos cogieron sillas de las que se habilitaban para sentarse detrás de la valla de madera o de las porterías, y poniéndolas sobre la cabeza con las “patas” hacia arriba, las cubrían con la gabardina y se cobijaban en aquella especie de “cueva” que se formaba entre el asiento y la cabeza.
Aun así, poca fue la gente que se marchó del Campo. Por suerte, después del “fuerte chaparrón” que duró apenas unos minutos, se despejó el tiempo y, aunque algo empapados y dolidos por el golpe de alguna piedra de “granizo”, seguimos disfrutando del espectáculo.
Es de suponer que muchos de los lectores de este artículo, todavía conserven un vago recuerdo de aquel equipo, por lo que estoy seguro que les hará recordar muchas cosas. A mí, por supuesto, no se me ha olvidado la derrota del Burriana en aquella final del campeonato amateur contra el Boetticher que, por inesperada, dolió bastante.
Por mi parte he tratado de componer la alineación de gala de aquel equipo, aunque había también otros jugadores no menos importantes, como era el caso, si no recuerdo mal, de Juanito Safont, “Casaretes”, por lo que a Vds. les corresponde aportar algún nombre más que a mí se me ha podido quedar en el tintero, ya que esto les servirá para hacer un ejercicio de memoria y no dejar la mente en “Blanco”, que es lo que les pasa a la mayoría de los gobernantes actuales, principalmente a “Pepiño”, quien convendrán conmigo, que no puede negar que es “Blanco” de nacimiento, aunque se pone negro cuando le hablan de la no renovación de ZP como candidato a la Presidencia del Gobierno.
¡Bueno! Entre otras cosas, el Sr. Blanco tiene mucha suerte, por cuanto se le puede autorizar un cambio de apellido. ¡Ah! Y el de color también, pero el sabrá, por supuesto, hacer aquello que más le convenga.
Volviendo al futbol, parece ser que el Burriana vuelve a ocupar en la clasificación, un lugar que puede permitirle ascender de categoría. ¡Ojala! todo les salga bien y volvamos a ser, al menos, equipo de tercera, aunque me consta que el coste es importante, por lo que mantenerse en ella es difícil, y más aun, teniendo en cuenta lo poco que podría aportar el Ayuntamiento, dado lo poco que tiene, pues incluso los campos de naranjos, orgullo de nuestros mayores, quedaron yermos y sin flores. Por eso, dedicado a todos aquellos que siguen leyendo estos ESBARGIMENTS, me pronunciaré diciendo…
¡Campos de Burriana!
Yermos hoy, quedáis en la pobreza
pues ni fruto ni labor allí nos guía.
Socavón de gentes que algún día
buscaron con codicia la riqueza.
No descansáis cual barbecho por fecundo
si no más bien porque llenos de impotencia
comprobáis con estupor que esta es la herencia
de quienes escarbaron en lo inmundo.
No fiéis de aquellos que promulgan
que en breve os darán lo prometido
pues el futuro con la nada lo fecundan.
mas yermos hoy tan solo os inundan
nostalgias de un pasado en el olvido.
No obstante, ¡Ojala! todo vuelva a tener sentido, y Burriana renazca nuevamente para que, haciendo un comparativo “futbolístico”, pueda ser aquel equipo del “Pardiño” que en los años cincuenta cosechó victorias importantes.
Gracias Trotamundos, ahora entiendo la jugada.