La plaza del pueblo
Sin embargo, algo no cuadra. Seguramente la tal plaza no sería plaza. En primer lugar porque parece ser que era propiedad de una sociedad municipal, lo cual es ilógico puesto que las plazas, calles y jardines son propiedad de todos. Son dominio público. Y como aprendí yo cuando estudiaba mis oposiciones, el dominio público es inalienable, o sea que no se puede vender; es imprescriptible, es decir no se puede adquirir por el paso del tiempo; y, es inembargable. Que no se puede embargar, vamos.
Por lo tanto no nos preocupemos demasiado porque la constructora amiga (en sus tiempos) del ayuntamiento, y a la que ahora se le debe una fortuna, nos pueda impedir bailar un rock en la plaza del pueblo en las próximas fiestas.
Ahora bien, el patrimonio municipal del suelo, es decir aquel que debería estar destinado a hacer las miles de viviendas de protección oficial (VPP) prometidas, y que siguen haciendo mucha falta, se pueden dar por perdidas. Y las promesas electorales más que incumplidas.
“Un poco más de rollo no vendría mal” piensan algunas de las pocas constructoras vivas que quedan. Pero se acabó el rollo, por el bien de todos.