Libertad

Ironias de la vida, mi padre, Vicente García Gorriz “Espeleta” nació el 18 de julio de 1936. Y ha muerto un Viernes Santo, setenta y seis años después. No hay palabras para describir su vida. Una vida dura, castigada como la de muchos niños de post-guerra. Pero que supo convertirla en una vida feliz, no sin muchos esfuerzos y privaciones.

Son muchos los valores que me inculcó. Tal vez no con largos discursos, ni con graves sentencias. Pero sí con el ejemplo que es la mejor de las maneras de enseñar a los que veníamos detrás.

Honrado. Como el que más. Siempre nos enseñó a mis hermanos y a mí que para vivir no es necesario robar ni corromperse, Que uno puede ser feliz sin un montón de cosas materiales. La honradez fue el principio fundamental de su existencia.

Orgulloso. Tal vez en algunos momentos demasiado. Pero con el orgullo del que no le debe nada a nadie y que puede ir con la cabeza bien alta. La cabeza de un trabajador que se pasó gran parte de su vida arreglando los zapatos de muchos ondenses. Con conversaciones casi filosóficas con aquellos que se sentaban en su zapatería, tal como el que se confiesa en una iglesia o se recuesta en el diván de un psiquiatra.

Libre. Lo más importante de todo. Y eso me lo repitió por activa y por pasiva. Lo más importante es ser libre, si ataduras, sin hipotecas morales, si deudas del alma. “libre, hijo. Se libre” me dijo más de una vez. La libertad es dura, difícil de conseguir, e ingrata. Lo fácil es claudicar. Y el no lo hizo. Lucho toda su vida para no hacerlo.

Vicente García Gorriz, de “bon nom” Espeleta, hoy es libre. Totalmente libre.