Humillación insoportable agosteña
En el mes de agosto pocas cosas pasan. Y las que pasan…pasan.
La llegada, discurso de cinco minutos y desaparición de Puigdemont más bien ha parecido un número de circo. No nos extrañemos que el juez Llarena llame a declarar a nuestro mago Yunke, al mago Pop y, por supuesto, a Pedro Sánchez.
La humillación insoportable en que se hallan sumidos los dirigentes políticos del PP y Vox que se encuentran de guardia este mes de agosto, junto con el ridículo interplanetario que ha supuesto que las Olimpiadas de París se interrumpieran para que todo los países del mundo pudieran reírse bien a gusto de nosotros están haciendo que no seamos capaces de salir a la calle entre las 12:00 y las 20:00 horas.
Bueno, puede ser por eso o por el calor de justicia que está cayendo estos días de canícula.
Mientras tanto hay otros miserables traidores a la patria que estamos tan contentos porque, por fin, los hermanos catalanes (he dicho hermanos, no vecinos) estén mayoritariamente de vuelta a casa con un gobierno que les permita empezar una nueva etapa política en la que el independentismo sea una opción, tan respetable como otra cualquiera, pero desde el dialogo, la razón y la Constitución.
¿Qué queremos cambiar la Constitución? Pues lo negociamos, lo hablamos y, entre todos, la cambiamos con las reglas y las mayorías que exige la ley. Pero para eso hay que convencer al de enfrente.
Todo lo demás son fuegos de artificio, humo y trucos de escapismo que dejan en muy mal lugar a un líder que ni siquiera está dispuesto a ser un mártir por su causa.