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Per Vicente García Nebot
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Españoleando

    Si es que las palabras son como las armas: las carga el diablo. Menudo lío ha montado el Ministro Wert con su idea de “españolizar a los niños catalanes”. Sobre todo porque eso de “españolizar” suena casi a imposición imperialista, o algo parecido. La cuestión es si se va a imponer la gaita gallega en Euskadi, o la paella en Burgos. O incluso la morcilla de este en Córdoba.

    A veces las cosas difíciles son, en realidad, las más fáciles y los pueblos y ciudades tiene diferencias irreconciliables que no por ello hacen que dejen de ser castellanos, gallegos o valencianos.

    España es en realidad una transición de miniculturas unas junto a otras que comparten un territorio mucho más amplio. O ¿tal vez se creen que la forma de ser y hablar de un valenciano del norte de Castellón es muy diferente del de uno del Sur de Tarragona o del Sur de Teruel?¿o que un extremeño del Oeste de nuestro país diverge mucho en su cultura y habla de un portugués del Este? ¿o un catalán del norte de Gerona con un francés de Perpignan? Somos una pura transición delimitada por unas fronteras administrativas artificiales que se llaman provincias y que han servido de base para constituir unas artificiales Comunidades Autónomas. Ahora sí, esos cambios de transición hacen que poco o nada tenga que ver el gaditano con el alejado vasco o el catalán con distantel vallisoletano.

    Así que, por mí que se ahorre Wert su españolización, porque por las buenas es muy difícil de conseguir por razones culturales y por las malas será una máquina de generar independentistas.

    Imagínense que a mí me han entrado ganas de independizarme de Wert y crear una nueva nación formada por, con todo el respeto, el culo de otras comunidades autónomas. Es decir, el culo de la Comunidad Valenciana, que como todo el mundo sabe es Castellón. El de Cataluña que es Tarragona o al menos el sur del Ebro. Y Teruel, que no existe ni para Aragón. Entre todos seremos pocos pero tendremos de todo. El agua del Ebro, el mar y puertos, tendremos centrales nucleares, minas de carbón…¡Vamos de todo! Y en cuanto al idioma no se preocupen, les contaré una anécdota que me ocurrió a mi hace unos años haciendo turismo rural en un pueblo de Teruel llamado Fuentespalda.

    Iba yo con mi familia hacia el Aragón profundo, que por razones cromosómicas mías y de mi señora esposa, siempre nos ha tirado mucho y entramos en casa de nuestra casera.

    Ya me extrañó que, aunque todos hablábamos castellano, el acento de la señora era muy marcado. Y entonces le entré y le pregunté, en valenciano, si hablaba valenciano. La señora se puso muy digna y me contestó, en valenciano, que no. Yo entendí el matiz y le dije que claro, que lo que hablaban era catalán. Y la turolense señora dio otro respingo y me dijo que tampoco. Y entonces se me encendió la luz, le dije en valenciano que si hablaba “axina com mosatros” (“así como nosotros” dicho en valenciano de Castellón sur) y ella me contesto: “això sí”(eso sí). Y seguimos entendiéndonos hablando en un idioma que no nos aclaramos a ponerle una etiqueta ni nombre, pero que nos sirvió perfectamente para hacernos comprender los unos y los otros.

    Poco después, yendo por la carretera hacia Valderrobres (Teruel) donde también se habla “axina-com-natros” vi una pintada en una casa de peones camineros que me dejó muy claro, y para siempre, qué es España. Decía: “Visca l’Aragó Independent”. Así en “axinacomnosaltrés”.

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