La mirada de los animales
Cuando vamos a un parque zoolólico, vamos de turista, es día fiesta con hijos, o amigo, en plan curioso; para saber, como viven aquellos graciosos seres; nos hace gracia un monito, que posa para que le hagamos una foto, un orangután, que nos mira, se gira, se da la vuelta y se pone a dormir ignorándoonos.
Nos sentimos en áfrica, por la vegetación, la ambientación, la forma de los túneles, los bares en forma de choza; todo estaba perfecto para nosotros los turistas, para las “personas”; pero, ¿nos hemos preguntado si es bueno para los animales?
Nunca hemos pensado que sienten estos animales, lo que deben padecer al moveré en unos sitios tan reducidos de quinientos metros cuadrados de que disponen; no se puede igualar jamás con las sabanas de África e india.
Uno, aficionado a los documentales, conoce algo del reino animal; por ejemplo los elefantes viven en manadas, su cerebro es cinco veces más grande que el de los humanos; son capaces de pensar e incluso tienen sentimientos.
Hay imágenes que se clavan en la retía por lo sorprendentes que resultan; cuando un elefante muere, sus compañeros de manada le rodean, giran alrededor, de su cuerpo como lamentándose; es una ceremonia fúnebre que impacta y da mucho que pensar. Que sorpresa ¿no?
Cuando muere una cría, la madre no se separa de su cadáver, le lame con mucha ternura; mientras el padre le acompaña hasta que se va con la manada, la madre se queda con su cría acariciándola, deja pasar unos últimos instantes, y vuelve con la manada; quizá en primavera vuelva a ser madre.
Estos hechos, nos dan a entender que los “animales salvajes” y todos los demás, tienen sentimientos, conocimiento y sufren cuando se les aparta de su hábitat; pero hay otros peligros, como los safaris, los cazadores furtivos en busca del marfil de sus colmillos ¿Quiénes somos más animales? ¿Ellos o nosotros?