Tirar la piedra y esconder la mano

Después de años acusando sin pruebas con fines electoralistas y sembrando la duda sobre la dignidad de muchos dirigentes populares, ahora los socialistas valencianos pretenden desvincularse de las acusaciones de corrupción lanzando una piedra desde su tribuna de las Cortes. Si Luna se refería a sí mismo, voy a respetar, al contrario de lo que hoy ha hecho él, su derecho a la presunción de inocencia, un principio constitucional que los socialistas valencianos suelen desvirtuar cuando les conviene, como hacen con tantas cosas. Y es que para el PSPV acusar a un adversario político es tan fácil como señalarle con el dedo y preparar el terreno mediático para grabarle a fuego una condena pública sin necesidad de que la justicia diga ni mu. Y al parecer, también es fácil para un socialista quitarse esa etiqueta, como hemos podido ver hoy.

Sin embargo, lo que no les resulta tan fácil al Partido Socialista es convencer. Hoy se ha vuelto a ver que sin el recurso a la pataleta, a la acusación, al desprestigio público del adversario y a lo cómico, el PSPV no es capaz de mantener un debate serio centrado en dar respuestas a los ciudadanos. Y se ha visto también que los socialistas de nuestra tierra son meridianamente incapaces de reconocer el abandono del gobierno de Zapatero hacia la Comunidad Valenciana y hacia Castellón en particular, el ninguneo hacia nuestras posibilidades de progreso y el castigo al que tienen sometida a una tierra que no se cree sus malabares políticos.

Hoy el Partido Popular ha vuelto a dar muestras de saber cuáles son las preocupaciones de los valencianos: recuperar la creación de empleo y mantener el estado de bienestar. Ha vuelto a poner argumentos sobre la mesa: no podemos mantener en España un gobierno que crea que el paro es estructural y que el sistema de pensiones está en riesgo: esa no es la actitud que esperamos de quien dirige nuestro país. Ha propuesto soluciones, que pasan, como “objetivo irrenunciable” por la creación de empleo, gracias al impulso empresarial y a mejorar los servicios al ciudadano en campos como la educación, la sanidad o las infraestructuras sociales y productivas. Ha explicado su gestión, especialmente en el campo de la creación y mantenimiento de puestos de trabajo y ha planteado propuestas, que en el ámbito que nos ocupa pasan por la creación de empleo neto y por la mejora de la calidad de los puestos de trabajo.

Y eso es algo que de momento no ha sabido hacer el Partido Socialista por los valencianos, ni desde la oposición en nuestros ayuntamientos ni desde el gobierno. Y eso es lo que quieren los ciudadanos, que sólo van a votar a un partido que proponga soluciones, que avale su gestión con datos como ha hecho hoy el Partido Popular, que crea en las posibilidades y en el progreso de esta tierra y que plantee debates serios y eficaces, centrados en la gente.

Pero el Partido Socialista no está por la labor: seguirá hablando de corrupción, aún teniendo acusados entre sus filas y aún siendo el partido que más daño ha hecho a la democracia en este aspecto, en los últimos coletazos del “felipismo“, seguirá desprestigiando a nuestros dirigentes aún habiendo en su seno casos de tan dudosa legitimidad como el del “clan Pajín” en Benidorm y seguirá atacando al Partido Popular por todas y cada una de sus acciones, aún perteneciendo ellos a un partido que tiene el dudoso honor de haber llevado al país a superar el 20% de paro.

Esas son las dos opciones que tenemos hoy. El resto está en nuestras manos.

Sólo recordemos que, como decía un dramaturgo francés, el que elige mal para sí, elige mal para el prójimo.