Raves contra la libertad
Y perdió el norte porque esa izquierda, que hoy se ve obligada a esconder sus siglas y a disfrazarlas de partidos “vírgenes” tiene por delante a unos líderes que no piensan ni en esta tierra ni sus pueblos ni en su gente. Sólo piensan en ellos mismos y en cómo seguir apoltronados en unos sillones manchados de ataques personales y de indecencia política, de irresponsabilidad y de hostilidad.
Los mismos que tienen estómago para politizar la justicia y para judicializar la política son los que basan sus estrategias electorales en el rencor y en el ataque personal. Y son los mismos que no convencen con la razón y pretenden vencer con la fuerza bruta, los que creen que “no necesitamos un aeropuerto porque aquí no hay nada que ver”, los que mediatizan toda acción política en un control de los tiempos impecable que se nos escapa a quienes estamos acostumbrados a ir con la verdad por delante.
Esos son los que ahora, tras años y años cargando contra la opinión pública, aspiran a su confianza y gritan. Pero como decía Da Vinci, “dove si grida non è vera scienza”. O lo que es lo mismo, el grito es agresión y violencia, es todo lo contrario a la razón. Y no hace falta decir que una sociedad que pierde la capacidad de razonar, ve erosionarse la posibilidad de elegir libremente.
Aquí no hay malos o buenos: ese es un profundo debate para el que hoy es difícil encontrar interlocutores dispuestos a desnudarse y dejar aflorar las esencias primeras de la condición humana. No es una dicotomía, como algunos pretenden: no es mala la izquierda y buena la derecha ni viceversa. Aquí de lo que se trata es de quién merece la confianza de los ciudadanos y quién no. De quién demuestra trabajar por esta tierra, por esta gente y por estos pueblos y quién no, de quién tiene un aval de gestión, un programa coherente, un discurso que suma y quién prefiere dividir, restar, calumniar y llenar de ruido lo que debería ser un debate basado en capacidades y en ideas.
La fiesta rave organizada por algunos irresponsables no es más que una estrategia con la intención de convertir la capacidad que todos tenemos como personas de decidir en una masa eufórica no apta para la reflexión. No es nada nuevo: los regímenes totalitarios socialistas como el de Hitler ya utilizaban la propaganda y ya se basaban en parámetros masificantes para conseguir los objetivos de una élite política que adolecía de la capacidad de convencer con la razón y se veía abocada a utilizar la mentira, el ruido y el control de los tiempos para mantenerse en sus puestos.
Por desgracia para ellos y por fortuna para todos llegó la democracia, que no será un sistema perfecto pero quizás sea el menos malo. Y por fortuna para todos las formas en política cuentan. Porque se puede ser más crudo o menos en el ataque al adversario, pero quien no tenga claro que las personas, su dignidad y el respeto están por delante de todo sólo tiene un destino: la oposición.
Y de doble direccion, es decir que tan criticables son los errores de unos como los de otros. Respecto a esa fiesta de la que hablas, no sé si ya se ha hecho o si está pendiente de hacerse, pero lo evidente es que nuestra izquierda lo arregla todo en base a concentraciones, fiestas y folklore popular, porque sabe que a esos menestares se apuntan muchos jovenes sin trabajo, oficio ni benefico, que ahora no tienen a donde ir, y por eso no pierden ocasión de reunirse donde les convocan, para celabrar no se sabe que. Si se ha celebrado, ni me he enterado, y si esta pendiente de celebrar esperaré a saber cuantos han ido, pero seguro que el 90 % de los que vayan seran gente muy joven y el 10 % restante los organizadores, como suele ser en casi todos estos eventos, que parecia ser que estaban olvidados por la izquierda en vista de su poca efectividad, pero ahora tratan de resucitarlos. ¿Cuantos han convocado para celebrar el haber llegado a los 3, 4 o 5 millons de parados?