La Ley no es una opción
Comprar, o no, una camisa. Ir, o no, al cine, o el lugar al que irse de vacaciones, son decisiones libres de cada persona. Es en este contexto donde la persona, dentro de su libertad, puede elegir. Sin embargo, los ciudadanos no pueden elegir si se saltan o no un semáforo en rojo, si pagan o no sus impuestos o si van o no a trabajar una vez contratados. Y si lo deciden en contra de lo que, por lógica, está establecido, recibirán una sanción.
Y seguramente ir a trabajar en según qué horario o pagar muchos impuestos pueda ser considerado 'injusto'. No obstante, ello no justifica la desobediencia y la invención de un nuevo derecho.
En cuanto a territorios, la ONU y el Derecho Internacional han dispuesto los supuestos y características que han de tener los territorios para proclamar su independencia y autodeterminación. El más importante de estos requisitos es la ocupación. A nadie se le puede escapar que Cataluña no es un territorio ocupado militarmente y no cabe por tanto el derecho a la autodeterminación.
Además, los pueblos del mundo caminan hacia la unión, y no solo la Europea, que también. La unión de Estados Americanos, africanos, y los tratados de libre comercio, son buenas pruebas del deseo que une a millones de personas a la hora de compartir y derribar fronteras. Ir contra eso es ir contra el designio de los tiempos, y caer en posturas radicalizadas que no se sabe demasiado bien donde pueden acabar.
La Ley no es una opción, es una obligación. Y como todas las obligaciones, puede cumplirse o incumplirse, pero la segunda de estas opciones, al menos en las sociedades avanzadas y no anárquicas, tiene una condena social a través de las leyes. No es una opción aplicar o no la Ley. La Ley no se aplica un poco ahora, o un poco después. Cuando se ha de aplicar, se aplica, no es una opción.