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Encuestas: ¿termómetro o GPS?

    Es tiempo de encuestas. Y no, no es un anuncio de El Corte Inglés. Es tiempo de encuestas porque estamos en época preelectoral y lo de las encuestas va a ser una constante hasta que vayamos a votar. Y en el día de reflexión, aunque la ley lo prohíba, nos filtraran una desde Andorra, que no sólo sirve para ir a esquiar. Es tiempo de encuestas y los partidos ya las pagan, las filtran, las cocinan y las difunden convenientemente. Todo esto de la demoscopia está muy bien, pero... ¿Dónde ha quedado la política real? Ya no hablamos de política. Hablamos de culebrones, de cremas, de fugados mal llamados refugiados políticos, de cotilleos, de muchas cosas, pero no de política.

    Y las encuestas, queridos lectores, forman parte de ese pack de cosas que no son política. Ahora bien, si ya sabemos que las encuestas no son política, nos asalta una segunda duda. ¿Son las encuestas un termómetro de la opinión pública o un GPS que la dirige ciegamente? Porque claro está que dos encuestas publicadas con una semana de diferencia, salvo catástrofe monumental, no pueden decir dos cosas distintas y estar bien hechas. Tanta diversidad de resultados da pie a pensar que alguna miente, o al menos que maquilla. Querido lector, vote libremente, con libre albedrío, sin dejarse guiar por encuestas, con alegría. 

    Algunos andan empeñados en hacernos creer que esto es como un gran partido de fútbol en el que sólo se puede apostar por el Barça y el Madrid, y si eso por el Valencia, que a ver si este año nos da una alegría. Lean encuestas, pero que no sean su GPS. 

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