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La democracia interna previene la corrupción

    Ya estamos en primavera, de lleno. Lluvias, sol, nubes y muchos cambios, lo típico, se sucede rápidamente en la atmósfera valenciana. Y la política valenciana, en una primavera constante no iba a ser menos. Una vez superado el susto protagonizado por un gallo en Eurovisión, y el bochorno nacional tras la última posición en el reputado festival de música internacional, los valencianos nos levantamos un día más a nuestros quehaceres, pues al menos no ha sido tan traumático como lo fue la pérdida de Cuba y Filipinas. En estos días en que decenas de miles de ciudadanos han salido a las calles y plazas para festejar a la patrona, la Mare de Déu dels Desamparats, y en las que una puerta caída podía haber causado una de las más agónicas masacres que se pueden dar, la política bulle de actividad.

    Y debemos acostumbrarnos a ello, los partidos se deben mover, y no es malo. No se dejen inducir por los titulares que hacen del debate interno y de las primarias un símil de tensión o ruptura. Los partidos españoles son elásticos, a veces incluso parece que estén hechos de chicle. Se pegan, se despegan, y se vuelven a pegar. Por eso, más allá del morbo que suscite el agrio debate en el seno del PSOE, pensemos en que lo que allí se está viviendo no es otra cosa que una fase más, de un partido que busca su hueco en el panorama del siglo XXI, ni se rompe ni se engranda. Sólo se reacomoda.

    Quizás en Podemos sea diferente, pues su estructura no se ha demostrado (todavía) a prueba de bombas como lo han hecho las del PP o del PSOE, que sucumben a derrotas, vergüenzas y a un sinfín de posibilidades que los mueven de sus posiciones iniciales y que generan la conocida como 'maldita hemeroteca'. A pesar de ello, el proceso al que se enfrenta el Podemos de la Comunitat Valenciana, Podem, no es otra cosa que un paso más, un signo de democracia interna, con sus muchos defectos. No podemos, ni debemos, pretender que en casa del herrero haya cuchillo de palo, o lo que es lo mismo, que no se practique la democracia interna en los partidos que participan en la democracia real o representativa que existe en nuestro país.

    Por lo tanto, no se dejen llevar. El debate es sano, es necesario, y mientras no se pierdan concejales y diputados por el camino, como por ejemplo le ha pasado últimamente al partido de Rivera, los partidos deben seguir practicándolo. Unas estructuras aireadas, renovadas y en constante movimiento son una buena garantía de que se evitan estructuras opacas, pesadas y anquilosadas que, a veces, pueden desembocar en corruptelas varias. Aireen, que es gratis.

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