Observa y verás
Si sales al campo y te sientas un rato al amparo de una buena sombra; tranquilo, sereno, sin reloj ni móvil, con ropa y calzado cómodo, y en tal placentero lugar das rienda suelta a tú mente, verás de inmediato lo que hay a tú alrededor. Tendrás ipso facto al igual que un flash, una ficha de quien eres y donde estás metido.
Ahí en la inmediatez, junto a ti, encuentras: paz, arbolado, naturaleza, relax, silencio y buen estar, lo que en conjunto supone un trozo de cielo.
Más allá de esos límites de sosiego, hay una casa con televisión y PC, teléfonos y prensa, más un sinfín de aparatos de consumo. En la tele te dicen lo que tienes que hacer, que comprar, y como usar, además de hurgar en tú psique para llevarte a lo que debes hacer, aconsejarte lo mejor, y sobre todo guiarte hacia aquello en lo que debes creer (manipulación a tope). Intentan anularte.
Si coges el periódico, entre sus páginas vas a encontrar política, política, y más política. Los políticos que quieren demostrarte que son imprescindibles, que se sacrifican por ti. Quieren hacerte ver la gran necesidad que tú tienes de ellos. Además encontrarás una página llena de teléfonos de publicidad sexual, y otra llamada Zodiaco, que adivinan que va a ser de tú vida el día de la fecha. A la par, por la calle está pasando un camión que con altavoz en mano vocifera que es el chatarrero y viene a llevarse los despojos de aquello que ya no te sirve y que te costaron un huevo. Ahora deberás comprar el nuevo cacharro sustituto, para llenar el vacío que deja el que se ha llevado el chatarrero, ¿coste? el otro huevo.
Nacemos desnudos y cerebro virgen, y -en ese momento-, aún no contaminados por ningún tipo de ideología. A partir de ahí, las ansías de poder de unos y otros, te montan su feria particular a perpetuidad, todos se creen profetas y consejeros. Durante años y con bonitas palabras, cuentos e historietas, cantos de sirena y tentadoras propuestas, te transforman en un mequetrefe consumista llenándote la cabeza de pájaros cantores y de todos los colores.
Es decir, entre pastores espirituales y promesas de serios y honrados políticos, que se pasan la vida dándote la tabarra sobre lo buenos que son y las grandes mejoras que te aportan, deberíamos tener el maná aquí en la tierra y un jardín en el cielo asegurado.
¿Qué hay de todo esto?