¿En qué hemos mejorado?

Libres de aquel feudalismo, gracias a las Cortes de Cádiz (6 de agosto de 1.811, decreto LXXX Abolición de los Señoríos), conseguimos por fin ingresar en el mundo europeo, occidental, democrático y liberal. L´Alcora y l´Alcalatén, cumplen dos siglos de la buena nueva. Nos libramos del azote del alcalde mayor y el cura párroco, que haciendo uso del derecho de patronazgo eran impuestos por el Señor de la Tenencia. Ni le pagaremos más impuestos, ni le discutiremos ya si su vino debe venderse libre de competencia, en solitario, durante la mensualidad que al señor le convenga, en detrimento del elaborado por nosotros sus humildes vasallos.

¿En qué nos diferenciamos de aquella época, por cierto muy bien recuperada por la Asociación de Cavallers d´Urrea y dames d´Alcalatén?

Hemos canjeado templarios y caballeros de la nobleza, con sus briosos potros y aceradas espadas; por portaaviones repletos de reactores y millares de marines. Obamas y Putins, actuales señores de imperios, han sustituido a los Jaime I, Ricardo Corazón de León o nuestros Condes de Aranda.

Diputados, senadores, autonomías con sus consejerías y millares de enchufes políticos, que chupan y chupan a todo meter sustituyendo a los caballeros, obispos y nobles de antaño.

El pueblo llano, otrora esclavo-constructor de enormes catedrales, panteones y jardines reales, sigue pagando con su sangre los inmensos edificios denominados Bolsas o Corralitos, Bancos, Centros Financieros, Palacios de Reyes y de Gobernantes esparcidos por toda la piel ibérica. Residencia de personajes que le exprimen al extremo de quitarle hasta la leche que mamó.

La banca, las hipotecas y las comisiones e intereses dejan a miles de familias en la calle, sin techo ni comida. Desde las actuales TV del pesebre, en otro momento pulpitos, se sigue manipulando, desinformando, etiquetando a las personas.

Impuestos y gravámenes por doquier que hay que pagar del neto de los salarios, que recalco, ya son netos. Defensores del pueblo y sindicatos endulzados por los nuevos señores, incapaces de mover un solo dedo por devolver la moral a un pueblo esclavo y condenado a resolver una crisis que no ha creado.
No, no es bueno haber canjeado tantas cosas, porque a la postre nada ha cambiado. Al final uno no sabe si esto, lo actual, es mejor o peor que aquello.

Vale la pena recordar el pasado y no perderlo de vista. Sí, que se realicen las próximas jornadas medievales de l´Alcora. Que no se pierda la memoria.

A lomos del transcurso de los tiempos han desfilado nuevos emperadores, papas, caballeros, nobles y diputados, pero el fondo siempre ha sido igual, solo han mudado las caras y ropajes de los protagonistas.

La Cruz, desde su estricto significado, era la solución a todo el desmán humano que ha imperado y aún sigue. Don Euro, el sustituto que el actual sistema ha elegido, ni siquiera se detiene a contabilizar cuantos mueren de hambre en el camino, cuantos se quedan exhaustos en cunetas o cuantos duermen sobre el cartón en plena calle. No, el pasado medieval, aunque nos pese, no fue tan ruin comparativamente.

Las Cortes de Cádiz, con su famosa Constitución “la Pepa” (1.812), fuertemente opositada por Fernando VII y la rancia nobleza, derribó el absolutismo y desterró el vasallaje, trayendo esperanza y un halo de aire puro al pueblo. Posteriormente, lo fundamental de aquel articulado fue manipulado y tergiversado. Los emperadores y nobles de hoy, como antaño, siguen imponiendo su ley. Solapado detrás de modernos estandartes y estereofónicos cantos de sirena, sigue existiendo el feudalismo.