Todo ser nace, vive y muere

A veces, sentía mis logros con asombro y remordimiento. Hasta que un día comprendí que era Dios quien siempre me llevó de la mano. ¡Es su obra! Y no la mía. Sólo me equivoque cuando, tozudo, impuse la razón al instinto. Quizás por eso no considero nada propio. ¡Excepto mis ilusiones y mis recuerdos!

“Percibir luces y sombras. No las superficiales, las profundas, no es tarea fácil. Yo no escribo para los demás. Dialogo con ellos. Soy un toro solitario en la cumbre de la cuchilla que, impasible, va rumiando su existencia, mientras a mis pies, el imprevisible arroyo me saluda al pasar, entonando un canto a la vida”.

“Soy un manantial en donde el agua renace. Soy en fin, un canto rodado, cuyo destino es el mar”.

“Del desierto me atrae su austera belleza, las dunas viajeras, El púdico oasis, las plañideras palmeras, el solitario cactus cuyas flores son únicas por su incomparable belleza”.

No, amigo Megías. El pueblo no es un ignorante, ni usted tampoco. (A buen entendedor, pocas palabras le bastan). Lo aprecio y siento por usted la mayor de las consideraciones. En mi jardín sólo florece lo positivo.

Me siento honrado con el interés que usted demuestra hacia este servidor y, sinceramente, me gustaría cultivar nuestra incipiente amistad.

Amigo Bataller: digo en la introducción: “Soy un manantial en donde el agua renace”. El agua, por lo tanto, no me pertenece. Es la luz de tantos y tan buenos amigos, con la que Dios alumbró siempre mi camino.

Si el gran filósofo Ortega y Gasset, con su memorable obra “La rebelión de las masas” no pudo evitar la Guerra Civil Española. Con un solo lector que despierte de su letargo, mi pobre trabajo se justifica.

¡Si!, amigo Bataller. Son esperanza, desespero, tristeza, alegría, serenidad, resignación y muchas más, las cosas que quisiera compartir y que usted percibe. Pero bastante sabio soy al reconocer mis limitaciones,

Nunca pensó usted el porqué, habiendo tantos y tan grandes escritores, conferencistas, etc., etc., las cosas, desde que el mundo es mundo, ¿nada cambia, y todo sigue igual?

De las semillas nace el árbol, no de palos de golf.

Mis queridos lectores, sepan ustedes separar el trigo de la paja y disimulen con una sonrisa de benevolencia cuando, en lugar de coma, pongo beba.

Agradezco a la Dirección de elperiodic la confianza depositada en mi humilde persona, a los compañeros su tolerancia, y los señores lectores la gentileza de leerme.

A todos, muchas gracias y a partir de ahora, ¡que sea lo que Dios quiera!