Cuando hacemos balance
Por lo tanto, es primordial que exista entre lector y escritor un código de honestidad y coherencia lo suficientemente desarrollado, que les permita al unísono visualizar el problema en su verdadero alcance y dimensión.
La duda no siempre es señal de indecisión. Puede ser reflexión, experiencia. Para dudar, hay que tener en dónde elegir. Quien no teniéndolo, duda, eso no es duda: es ineptitud.
Hechas estas consideraciones, me gustaría compartir con ustedes una inquietud que por su importancia y alcance me preocupa.
La democracia, sus hijos, ahijados y enemigos.
Al Electo Presidente de la República Oriental del Uruguay don José Mujica, por sus antecedentes y actitudes, personalmente hoy lo considero ahijado.
Ahijado, que ante la inoperancia de los hijos naturales, “políticos y dirigentes sindicales”, con derechos o sin ellos, irrumpió desde la ilegalidad, tratando de llenar un vacío. Esta acción fue neutralizada por la decidida acción de las Fuerzas Armadas quienes, sacándoles las castañas del fuego a los poderes constitucionales, se quemaron las manos.
He aquí que aquel pichón de hornero, ante la sorpresa de propios y ájenos, se convirtió en águila.
Renunció al ochenta por ciento de su sueldo como Presidente y convirtió su muy humilde vivienda sita en los aledaños de Montevideo en Residencia Presidencial. Obligó a los equipos grandes a jugar en su cancha, y está ganando por goleada.
Hombre de genio e ingenio, que descansa trabajando en su chacra, como un modesto labrador.
¿Definirlo? Imposible. Jugador ambidiestro, cabeceador e imprevisible. Se destaca y lejos, entre mafiosos, populistas y burgueses que desgobiernan en alguna que otra república americana.
Ojalá tenga larga vida. Ojalá su política tenga quien la continúe. Ojalá, ojalá, ojalá.
Su ejemplo a imitar es hoy muy peligroso para mucha gente. Dentro, y sobre todo fuera del país
Hay tantas balas perdidas…
Agradezco que mencione su edad pues aún le honra más que esté tan preocupado por que le salgan bien las cosas al Presidente. Edad y experiencia suficientes como para saber que caer y volver a levantarte, fracasar y volver a comenzar, seguir un camino y tener que torcerlo o encontrar el dolor y tener que afrontarlo es simplemente sabiduría y no adversidad como lo llaman los más jóvenes. Para ellos es un castigo fijar una meta y tener que seguir otra, aspirar a algo y no poder, avanzar y no llegar o querer y no saber. Para nosotros eso es sim plemente enseñanza. Por eso mismo al pasar días radiantes, días felices y días tristes, días de soledad y días de compañía nosotros lo llamamos experiencia cuando los jóvenes lo llaman rutina. Ánimo y siga así con sus inquietudes que eso le rejuvenece.