On vas!
En sus “traviesos” portadores reconocí a mis queridos amigos Miguel Bataller y Joan Pascual Enrique. A partir de ese momento arropado por una irresistible corriente de afecto y simpatía perdí toda noción en cuanto al tiempo y el espacio.
Atraído por una fuerza irresistible, regresé al que ayer fue mi barrio. En sus angostas calles dormitan melancólicas las añosas casas, apoyándose mutuamente en un vano intento por sobrevivir.
Al detenerme frente a la casa en donde nací tengo la sensación de que en cualquier momento, al abrirse la puerta, se asomará mi madre. Mi cuerpo se estremece- He ido demasiado lejos y tengo miedo de que el regreso sea al infinito.
Camino unos pasos y me detengo en la plazoleta donde jugaba con mis amigos. Observo las casas de su entorno tras cuyas fachadas los fantasmas anidan mis nostalgias.
He regresado a un mundo que sólo existe en mi imaginación.
El instinto me alerta del peligro que estoy corriendo; pero aún así, feliz como un niño, sigo adentrándome en ese luminoso mundo de difícil regreso que son los recuerdos.
-On vas!
Rescatándome de tan peligroso trance, oigo que alguien a mis espaldas me pregunta sentado en su automóvil.
Es mi amigo Santiago Ríos.
Al verlo alejarse, sonrío. Hace muchos pero muchos años nuestros abuelos también eran amigos y contertulios en el Frutero.
Me siento feliz y en paz conmigo mismo.
Querido abuelo, descansa en paz. ¡Hemos regresado!
En este azaroso camino que es la vida he culminado muchas etapas, pero lo único que realmente me pertenece es el afecto de mis amigos.
Con tristeza doy vuelta la hoja y con decisión me enfrento a una página en blanco.
Gracias amigo Planelles!! esa foto dice tanto... Un placer haberte conocido