La residencia de ancianos de Cáritas
La semana pasada se cumplieron los cincuenta años de vida de una de las mejores instituciones locales, nacida durante el siglo XX.
En ella han sido cuidados y atendidos los mayores de muchas de nuestras familias con una dedicación exquisita viviendo los últimos años de sus vidas en un entorno tan cordial como agradable.
Pero para valorar en su justa medida lo que la Residencia ha significado tenemos que remontarnos a los años sesenta del siglo pasado, una España tratando de emerger de las dificultades de la postguerra y buscando un futuro mejor.
Y hay que reconocer que aquellos fueron los años mas brillantes de la agricultura de nuestra ciudad, en la que unos burrianeros llenos de ilusión y de visión de futuro, supieron internacionalizar el uso y consumo de nuestras naranjas que trajeron a la Plana su “edad de oro” y de esa sociedad emergente surgieron muchos conciudadanos que llevados por su espíritu religioso, altruista y su sentido de la solidaridad se empeñaron en canalizar sus voluntades a través de una Caritas que nació como parroquial y en aquellos tiempos ya era interparroquial, para llevar a cabo un proyecto ejemplar.
Para ello tuvieron con contar también con el valioso apoyo de las monjas de la Consolación, que durante cuatro décadas aproximadamente se ocuparon de gestionar desinteresadamente el funcionamiento de la Residencia compaginándolo con singular acierto con la educación y formación de toda la juventud femenina de Burriana, hasta que el Colegio se hizo mixto.
Durante todos esos años, mes a mes y día a día fueron miles las personas que dedicaron una parte muy importante de su tiempo a colaborar tanto económica como personalmente en cumplir los objetivos que se iban marcando para poder llevar a cabo la atención y cuidado de nuestros mayores, sin estirar el brazo nunca mas allá de donde llegaba la manga de tanto esfuerzo.
Yo llegué a Burriana en 1962 por lo que supongo (aunque no tengo vivencias aportadas a tan noble labor) que puedo decir que tengo en Burriana una vida similar a la de la Residencia.
Ella sirviendo a los más necesitados de Burriana, mientras yo he disfrutado de nuestra ciudad desde el primer día hasta hoy.
Por eso me siento en deuda tanto con Burriana como con la Residencia y he querido escribir este artículo como agradecimiento a mis conciudadanos mayores, que con tanto acierto y tanta dedicación lograron llevar adelante esta idea para poder garantizar una vejez plácida a mas de cincuenta ancianos de cada generación que carentes de medios o incluso de familiares capaces de atenderles por circunstancias especiales, encuentran acomodo allí y en ese entorno tranquilo y soleado del Calvari, recorren los últimos años de su vida sin la angustia y el dolor de verse solos y desatendidos.
Y al mismo tiempo quisiera recordarles a toda le gente de Burriana que si ello ha sido posible, se lo debemos a la solidaridad y buena voluntad de todos los que desde hace más de cincuenta años, han contribuido una vez al mes en las colectas parroquiales para cubrir las necesidades no solo de nuestra Residencia sino de todos los necesitados que acuden a Caritas para poder subsistir y cubrir las necesidades de familias en precario.
Y esto evidencia algo de lo que Burriana puede y debe sentirse orgullosa.
Desde mi más tierna infancia y sobre todo en mis años de juventud siempre escuché a mis mayores decir una frase que me ha marcado:
“ES MUCHO MAS GRATIFICANTE AYUDAR, QUE NECESITAR AYUDA”
Pues bien, con esa idea he crecido y no me han ido nunca mal las cosas en mi vida.
Y precisamente por eso estoy convencido que la Residencia ha cumplido medio siglo por su dedicación constante a ayudar a los demás.
Mientras en ella se ayudaba a los más necesitados el resto de los ciudadanos dentro cada uno de sus posibilidades nos hemos dedicado a ayudar a su supervivencia.
¡OJALA DENTRO DE CINCUENTA AÑOS SE CELEBRE EL CENTENARIO DE UNA MUESTRA DE SOLIDARIDAD Y ALTRUISMO!