Políticos, asesores y funcionarios

Recientemente nos reunimos como de costumbre un grupo de amigos alrededor de la mesa en una comida, para analizar y debatir la situación de la España actual.

Le habíamos pedido al más experto y mejor preparado de todos, por su brillante pasado docente universitario, que se preparara para hablarnos del modo de relacionarse el Poder Político con la Función Pública y voy a tratar de exponerles en esta columna a grandes rasgos las conclusiones a las que yo llegué en base a muchos de los argumentos que nos expuso y de mis vivencias personales.

Y en ese sentido hay que reconocer que ha habido una EVOLUCIÓN seguida posteriormente por una INVOLUCIÓN, entre lo que vivimos con el régimen anterior y lo que nos toca vivir ahora.

Hizo historia nuestro amigo, basado en datos locales que todos conocíamos, de la España de la postguerra (todos estamos ya en lo que se conoce como la Tercera Edad aunque alguno de nuestros hijos disfruta de acompañarnos para escuchar la voz de la experiencia) recordándonos que las “fuerzas vivas” en el Carcagente de aquellos días que podrían asimilarse a los funcionarios públicos de ahora, raramente eran de nuestra ciudad.

El Jefe de la Policía Municipal, sus subordinados y otros cargos representativos venían casi todos de la Castilla profunda, es decir que casi todos ellos eran ex combatientes o ex cautivos, que participaron en el bando ganador de la contienda nacional.

Aquí al haber sido “zona roja” no había el suficiente vivero de gente de confianza y por eso apenas podíamos cubrir los puestos de Alcalde y Concejales.

Y después de setenta años, curiosamente nos encontramos en situaciones que sin ser iguales, si presentan paralelismos sintomáticos, aunque no fruto de una guerra clásica.

Con la llegada de la Democracia, se articularon las estructuras adecuadas para la Administración del Estado de una forma piramidal, partiendo de los mismos Municipios, de las existentes Diputaciones y se añadieron las estructuras Autonómicas que en muchos casos doblaron de una forma excesiva e innecesaria los servicios ya existentes con la justificación de acercar la Administración a la ciudadanía.

Yo siempre he dudado si fue por eso o por poder dar cobijo bajo el manto protector de la nueva estructura administrativa a los adictos votantes o poseedores del carnet de los partidos políticos que empezaron a alternarse en todos los gobiernos autonómicos.

Pero lo cierto, es que se creó una amplia red de Funcionarios Públicos y se legisló la forma y manera de protegerles y blindarles ante los vaivenes del poder político, haciendo imprescindibles sus dictámenes o estudios previos a la toma de decisiones de los políticos, que eran en definitiva quienes tenían la última palabra.

Pero como todas las instituciones acaban deteriorándose con el paso del tiempo, también esta estructura sensatamente establecida, se ha ido deteriorando, y como también los funcionarios tienen su doble vertiente de técnicos al servicio de la institución para la que trabajan y ciudadanos con opinión política y tendencias opcionales por uno u otro partido, hemos llegado con el paso del tiempo a la lógica discrepancia entre los intereses políticos de quienes gobiernan, la opinión técnica y aséptica de los funcionarios al emitir sus informes e incluso su inclinación por simpatía o antipatía política de estos mismos funcionarios, en el momento de redactar sus informes.

Los políticos al parecer con excesiva frecuencia han tratado de orientar el informe de sus cuerpos funcionariales, en función de lo que ellos querían y los técnicos no han querido hacer los informes que se requerían para no poner en peligro su futuro profesional prevaricando, lo cual es muy sensato y respetable.

Y como en esta España de nuestros amores y nuestros dolores, cada problema encuentra su solución más adecuada nos encontramos ante el evidente invento de los ASESORES.

Y con ellos se sigue multiplicando la sobrecargada estructura de nuestro Estado, ya que a partir de ese momento empiezan a pulular a miles en todo el Estado, y con honrosas excepciones, casi todos son designados para darles un cargo a afiliados del Partido que quieren medrar y también necesitan vivir a costa del erario público, y como ese dinero “es de todos” que es tanto como decir “que parece que no lo paguemos ninguno personalmente”, pues ancha es Castilla…y a malgastar en favor de nuestros amigos, parientes o compañeros de Partido, y esto que denuncio afecta por igual a todos los partidos y en todas las instituciones, entre otras cosas porque todos somos españoles y no alemanes ni escandinavos.

Y por si eso no fuera suficiente, como esos Asesores en términos generales no tienen ni idea de las mismas áreas en las que debían asesorar en muchos casos, se tiene que recurrir a los bufetes o gabinetes de Asesorías Externas, que si que suelen tener equipos muy preparados, para que presenten dictámenes perfectamente estructurados y razonados de acuerdo con la legislación vigente, para que en cada caso hagan al menos recomendable lo que desea el poder político que se lleve a cabo, aunque sea a costa de salirse del cumplimiento estricto de la Ley , por esas ranuras que siempre se dejan abiertas los legisladores, para poder burlar las leyes luego.

Y esas Asesorías Externas presentan luego unos honorarios muy cuantiosos, que nadie se atreve a discutir, porque a fin de cuentas también suelen pedirse a amigos o conocidos o incluso pertenecen a miembros del mismo Partido, cuando no amigos personales de quienes solicitan el Estudio.

¿Cómo podríamos evitar toda esa sangría de las arcas públicas?

Simplemente si ningún Político quisiera imponer nunca el sentido de los informes de los Técnicos de cada Administración del Estado, ni ningún técnico dictaminara en sus informes o análisis en contra de las Leyes establecidas.

Pero algo tan elemental, se ha complicado de una forma tan absurda, que ahora nos encontramos en una lucha permanente entre unos y otros de la que solo salen favorecidos los Asesores internos o externos, con cargo a nuestros impuestos.