El Padre Vilallonga, D. José Carbonell y Rizal:Tres vidas ejemplares
A veces las circunstancias de la vida, te traen a la mente lugares y personas por las que sentiste una profunda admiración en un momento de tu vida, y permanecían en tu inconsciente durante muchos años.
El 3 de diciembre de 2014, curiosamente el día de San Francisco Javier, presumiblemente elegido con mucho tino por los organizadores, se le ha rendido un bonito homenaje al Padre Joaquín Vilallonga Vernia, Hijo Predilecto de Burriana desde hace muchos años, y tío de muy buenos amigos míos, por lo que tenía dos motivos importantes para asistir a la restauración de la placa de mármol que se recuperó en la fachada de su casa natalicia, y a la posterior inauguración de una exposición gráfica y documental que estará vigente en la Casa de la Cultura de La Merced de Burriana, bastante tiempo, gracias a la laboriosidad del Departamento Municipal de Cultura
Me sorprendió su enorme parecido físico en las fotos de su madurez, tanto con Juan Luis Vilallonga como con Javier y Jorge Fuentes (sus sobrinos) en edades similares.
En una foto de su juventud, sus rasgos se asemejan enormemente a los de Nacho Vilallonga.
Pero en cualquier caso, sentí un profundo afecto y respeto por un religioso jesuita, que en la época más convulsa y difícil para los españoles en Filipinas, pocos años después de la perdida como colonia española de aquel paraíso en el Sudeste Asiático, sintiera la llamada misionera para ejercer su magisterio en Davao, en la Isla de Mindanao al sur del Archipiélago.
Una zona que imagino todavía selvática entonces, pero que por lo visto le fascinó, ya que decidió llegados sus últimos años y pasados mas de treinta después de su primera estancia allí, dedicó los últimos años de su vida, a cuidar del alma de los enfermos de una leprosería en Culión donde falleció en 1963 muy cerca de alcanzar los noventa y cinco años.
Un hombre de una inteligencia privilegiada, que había disfrutado de destinos muy brillantes y destacados entre los jesuitas, de Provincial en las Filipinas y en India, que incluso fue invitado a pronunciar las tradicionales plegarias en la ceremonia de Apertura del Senado de los Estados Unidos en 1948, en presencia de su Presidente Roosvelt, y que recibió mil y un honores durante su larga vida, todos ellos ganados a pulso, decidió acabar sirviendo a los mas débiles y necesitados, en un alarde de humildad y solidaridad humana.
Y por ellas y por su inmenso cariño demostrado a Filipinas, es por lo que hoy me siento ante el ordenador, para escribir esta columna.
Porque gracias a él he recuperado parte de mi pasado y de mis vivencias en Manila y en Jakarta.
He recuperado el recuerdo de un Salesiano que vino a darnos unos cursillos espirituales en Bechí en los años sesenta, y con él que me volví a encontrar en los años ochenta del siglo pasado, casualmente en Manila, cuando era Provincial de los Salesianos allí.
D. José Carbonell un alcoyano universal (como el Padre Vilallonga) también ha dedicado su vida al Sudeste Asiático donde ha sido Provincial en Filipinas (Manila), en Timor Oriental (Dili) y en Indonesia (Jakarta)
También me llevó a visitar su Colegio de Formación Profesional en Tondo, la zona portuaria de Manila, de una pobreza inconcebible para nosotros, y le he visto consolar a los familiares de una difunta madre de cuerpo presente durante nuestra visita, y acariciar con un cariño admirable la cabecita de los niños que corrían a besarle la mano a su paso gritándole.”!Fatherrrr!” con una emoción que me conmovía.
Y se repitió algo parecido a finales del siglo pasado, en otro Centro de Formación Profesional cerca de Jakarta, el mismo año que el Ministerio de Trabajo de España, le había concedido la Medalla de Mérito al Trabajo por su laboriosidad durante toda su vida, dedicada a formar jóvenes en aquellos lugares tan lejanos como necesitados de personas como D. Joaquín y D. José.
Y por último, también me ha recordado a José Rizal, Padre de la Patria Filipina, héroe para ellos, que le han honrado con un monumento precioso, en Luneta Park, uno de los lugares más emblemáticos de Manila, donde se puede leer grabado sobre una placa de bronce que se conserva muy bien cuidada, “El último adiós”, un poema que escribió la noche anterior a su ejecución ante el pelotón de fusilamiento español, en el mismo lugar donde se ha levantado ese monumento. Fue coetáneo del Padre Vilallonga.
Lamentablemente un hijo de españoles, por lo que me dijeron allí entonces hijo del conserje de los Agustinos en uno de sus centros en Manila, educado en Filipinas y en España.
Poliglota, médico, filósofo, político, profesor y poeta de gran nivel en todas esas actividades que al estallar la revolución en Filipinas contra España en Diciembre de 1896, fue detenido, arrestado en las todavía existentes ruinas del Fuerte Santiago Intramuros donde se le condenó por los delitos de traición y decisión y fue ejecutado el 29 de Diciembre a la edad de treinta y cinco años.
Ni siquiera la buena amistad que le unía a Pi y Margall, que pidió su indulto a Canovas del Castillo, le sirvió para salvar su vida.
Pero ese maravilloso poema que es conocido como “Últimos adiós” o “Mi último pensamiento” o “My last Farewell” en inglés, es algo así como su emocionante despedida de todos, el testamento suyo y el nacimiento de la Patria Filipina,
Otro error de nuestros antepasados, que se equivocaron, y que convirtieron una inteligencia privilegiada, en un mártir del antiespañolismo.
Les sugiero que lean ese Poema, para mi de una belleza insuperable, recordando a su Patria, a su familia, amigos y amores, con una sensibilidad que sólo una muerte cierta y próxima puede inspirar de ese modo.
Paco a ti un abrazo muy fuerte, desearte que suba el precio de la carne de los terneros en la Pampa uruguaya, que tu familia tenga toda ella unas fiestas navideñas llenas de Salud, Paz y Prosperidad. A Bosh y Paus y Tarradella, les deseo lo mismo, pero sustituyo el precio del ganado, por el de los citricos, aunque eso más que un deseo, sería un milagro. Lo que se regala no vale nada. Bon Nadal a tots, lectors, amics, tios i nebots.