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Per Miguel Bataller
Columna de Michel - RSS

Mirando hacia atrás… con ira

    El 12 de julio se cumplían los 10 años del asesinato de Miguel Ángel Blanco y desde este humilde rincón quiero rendirle un sentido homenaje a aquel chaval que quiso entregarse al servicio de su pequeño pueblo de Ermua, y sin pretenderlo se convirtió en el referente nacional de la lucha anti-terrorista.

    Tuvo que pagar con su vida el cerrilismo, el salvajismo, la sinrazón y la brutalidad de esos canallas que no pasan de ser unos vulgares asesinos a sueldo y se llaman liberadores de su patria, que nunca ha sido más que una región de esa patria común de todos los españoles y antes un pedazo de tierra de la corona de Navarra.

    En aquellos momentos consiguieron lo que nunca se había logrado, que todos los españoles, sin distinción de partido político, credo ni raza, se alzaran con una sola voz y salieran a la calle a gritarles a la cara su cobardía.

    Aun resuenan en mis oídos los gritos aterradores de “asesinos”, “no son vascos, son asesinos” “basta ya” “Herri Batasuna, lo tiene que pagar” y otros muchos que llenaron las calles de toda España y consiguieron una sintonía de sentimientos unánimes que achantaron a esa pandilla de cobardes asesinos, que ya no se atrevían ni a salir a la calle.

    Ellos que habían amedrentado, sojuzgado y aterrado a la sociedad vasca, eran ahora los invisibles, los encogidos, ya que la voz unísona del país les había dejado en su lugar, en esas tinieblas de las que nunca debieron de volver a salir.

    Y me pregunto hoy, mirando retrospectivamente y analizando aquella situación, cómo es posible que la sociedad española les haya vuelto a dar la opción a volver a matar, a aterrorizar, a chantajear y a manipular, hasta el punto de volver a tenerlos metidos en las instituciones vascas, sin ningún freno para evitar esa debacle.

    Siento una irreprimible decepción ante la clase política que detenta el poder y lo manipula todo, por haber convertido en “interlocutores válidos” y “hombres de paz” a esa manada de asesinos, que además de burlarse de nuestras instituciones, se burlan hasta de sus propios interlocutores y protectores.

    No me sirve que me digan que después de cerrar la tregua les han encarcelado.

    Eran igual de viles asesinos y cobardes, y ciudadanos indignos de estar en libertad la víspera del cese de la tregua como el día siguiente.

    Tampoco las leyes cambiaron en esos dos días.

    Debieron estar privados de libertad muchos meses antes.

    Sólo cambió la voluntad política del Gobierno y de las instituciones de Justicia, por el Gobierno tuteladas, para convertir en carne de prisión lo que días antes el mismo Presidente del Gobierno, había definido, como “interlocutor válido” y “hombre de paz”.

    ¿Qué razón había para encarcelarles?

    Exactamente la misma que meses antes, con la diferencia que meses antes se les hubiese encarcelado por Justicia y ahora se hacía por venganza.

    Ese simple hecho, en cualquier país medio civilizado, hubiese sido razón suficiente para pedir, o mejor exigir, la dimisión del presidente de Gobierno y de su Gobierno en pleno.

    Pues bien, ese ha sido sólo el último episodio de esa ridícula y miserable política antiterrorista, que más que evitar la violencia de unos violentos que estaban acabados y no mataban desde hacía años por imposibilidad material, ahora están reorganizados, rearmados, y disponen de varias fuentes de ingresos que tenían vedadas antes, ya que a la extorsión y el chantaje se han unido los recursos económicos que les llegan a través de su participación en los municipios y organismo oficiales vascos, así como dispondrán de una información privilegiada de todo índole municipal y autonómico, para elegir los puntos débiles por los que atacar a las instituciones.

    De eso responsabilizo al PSOE totalmente.

    Pero originalmente culpo al PNV por haber sido el primero en romper el llamado “espíritu de Ermua”, por haber firmado el celebre “pacto de Lizarra” (Estella) dándoles un nuevo protagonismo que no merecían de ningún modo a los independentistas vascos, y a partir de ahí recobran oxígeno y vuelven a hinchar el pecho.

    En aquel momento, PP y PSOE siguen unidos en su lucha anti- terrorista, e incluso por iniciativa y a instancias del entonces líder de la oposición, José Luis Rodríguez Zapatero, se firma el “Pacto por las libertades y contra el terrorismo”, que consigue tener fuera de las instituciones vascas y nacionales a Herri Batasuna, y le priva de todos los recursos económicos que le convierten en ilegal y en mucho mas débil, ya que sin dinero, ni los asesinos matan ni los miserables pueden vivir.

    Pero no sé el por qué, ni me explico por qué razones ni motivos (pero ciertamente no deben de ser muy confesables, cuando no ha sabido explicarlo el mismo Presidente del Gobierno), al llegar al poder el Sr. Zapatero, a través de una elecciones democráticas ganadas en las urnas, cambia radicalmente de actitud e inicia una serie de pactos que, según se ha descubierto recientemente, ya venían de antes de ganar las elecciones, y todo lo avanzado en muchos años de lucha abierta y sin cuartel contra el terrorismo, se convierte en tolerancia, hasta el punto de que al ir a detener al Sr. Otegui para llevarle al juzgado, en público, se le escapó la celebre frase, de “¿pero esto la sabe el Fiscal General del Estado?” y al día siguiente el mismo fiscal se encarga de devolverle a casa en avión exculpándole de toda responsabilidad y dejando la confianza de los españoles en sus instituciones de justicia a la altura del betún.

    Lo siento mucho, y sé que soy repetitivo, pero es que acontecimientos como estos sólo son comprensibles en la Venezuela de hoy, en Cuba o en cualquier otra dictadura caribeña.

    Pero que una democracia asentada como la española permita todas estas atrocidades y no tengamos mecanismo para impedirlas, me hace pensar a veces en que tenemos lo que nos merecemos, por mucho que me duela.

    Y eso es lo que hace mirar hacia atrás… con toda la ira del mundo, porque me da la impresión, de que la sangre de Miguel Ángel Blanco, como la de las otras mil víctimas de ETA, no ha servido para nada, más que para que nuestros políticos jueguen a hacer de la política un sucio instrumento para la consecución del poder, sin interesarles para nada la justicia ni la paz y el bienestar de los españoles.

    Y ahora no sólo los vascos, sino todos los españoles, tengamos que vivir mirando siempre a nuestras espaldas, porque con la cantidad de potenciales asesinos que el mismo Gobierno se encarga de decirnos todos los días que hay sueltos, uno no puede menos que vivir acongojado y dándole gracias a Dios de que no nos toque a cada uno, porque lo cierto es que según las declaraciones del Sr. Rubalcaba, se espera de forma inminente un atentado con muertos.

    ¡Espero que me expliquen para qué han servido tantas concesiones a los terroristas!

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