“Jueces justos” reivindican su “dignidad”
Ese elemental principio, que es fundamento esencial de toda “democracia” que quiera ser considerada como tal, se vio abolido de nuestro sistema en los primeros años del socialismo de Felipe González, con la aquiescencia de la oposición que se sumó al “aquelarre de los brujos pseudo-demócratas”.
Desde el mismo momento en que Guerra lanzó el grito de “Montesquieu ha muerto”, la democracia española recibió el disparo más peligroso en su línea de flotación y la Justicia (en mayúscula) pasó a ser un juguete muy útil, en manos de los políticos de turno, para cometer toda la sarta de injusticias que nos han ido queriendo hacer tragar, una tras otra, como purgas de aceite de ricino.
Y, en unos 25 años, aquí no ha habido quien levantara la voz, ni desde los medios judiciales ni desde ninguna instancia del Estado.
Nadie ha querido mirar hacia ese punto, como eludiendo la responsabilidad moral de ser cómplice de tan absurda como nefasta decisión.
Sólo ahora, cuando salta a la vista de todo el mundo la deplorable situación de la Justicia en España, se atreven los “jueces justos”, es decir, los que se limitan a impartir justicia sin tener que someterse a la obediencia del poder político que les ha designado para cargos en las altas magistraturas del Estado, a reivindicar algo tan elemental.
Lo he podido ver en una titular nada importante, en un periódico de los muchos que leo cada día, pero en ningún caso ha merecido las primeras páginas de los rotativos más representativos ni de los telediarios de ninguna de las televisiones.
Para mí debió ser portada de todos ellos.
Ha tenido que presentarse el caso del “cazador cazado” (así llamo yo al Sr. Garzón, que ha pasado a ser víctima de sus propias malas artes) para que todo el estamento judicial se percate de que, en cualquier momento y según el viento que sople en los aledaños del Poder, puede hacer cambiar la suerte de “los dóciles jueces al servicio de una ideología”.
Y se puede pasar de “héroe a villano” en menos que canta un gallo, en función de quién detente el poder.
En este caso, las “ratas empiezan a abandonar el barco que se hunde” y pronto se oirá el clásico “sálvese quien pueda”.
Con un sentido común muy propio de su formación académica, los jueces no politizados reclaman para su futuro un derecho que se les negó en un pasado reciente.
No quieren convertirse ellos también en “carne de cañón” y, precisamente por eso, desde posturas muy discretas pero muy firmes, piden lo que se le les debe por simple ejercicio democrático.
Van a encontrarse con la resistencia de todos aquellos que disfrutan de unas prebendas que nunca hubieran alcanzado de ser valorados por su propios compañeros, en vez de serlo por quienes les designaron.
Chocarán con las reservas de todos los políticos que encontraron en los “jueces serviles” a sus mejores aliados para todas las inmoralidades que han querido llevar a cabo.
Pero, si se mantienen firmes en sus exigencias, por fin recuperarán su dignidad.
Podrán mirarse a los ojos, unos a otros, sin estar pendientes de saber quien vendrá por la espalda a clavarles el cuchillo traidor, sin atender al menor criterio de justicia.
Y, aunque los promotores de este desaguisado fueron los socialistas y esta nefasta Ley se promulgó en tiempos de Felipe González, no puedo eximir de responsabilidades a los sucesivos Presidentes de Gobierno, ya que cualquiera de ellos hubiera podido proponer e incluso anular tan absurda disposición.
Respetemos la esencia de la Democracia, devolviendo la independencia a cada uno de los tres Poderes que conforman y garantizan un Estado de Derecho: el Poder Legislativo, el Poder Ejecutivo y el Poder Judicial.
Sólo entonces seremos una sociedad libre y digna, en la que nadie esté por encima de nadie y todos estemos sujetos a los mismos preceptos legales y constitucionales.
El caso más sangrante, de este absurdo es el del Tribunal Constitucional que, después de más de tres años de analizar detenidamente el “Estatuto de Cataluña”, aún no ha sabido dictaminar si es constitucional o no, y espera el momento políticamente adecuado para dictar sentencia, a conveniencia de quien les marca la pauta.
¿Para qué necesitamos tanta parafernalia judicial, si al final están sometidos a los caprichos de quienes detentan el poder político y a sus intereses?
Veremos cómo articulan o pueden enmendar una situación tan maquiavélica y endemoniada como la que diseñaron nuestros políticos y aceptaron nuestros jueces en un momento muy problemático.
Ahora debe de imponerse el sentido común y crear un sistema que “sirva siempre y para todos”.
Esperemos que prescindan de sectarismos, permitiendo que sea el mismo estamento judicial quien elija a sus representantes más capacitados para los cargos más adecuados, despolitizando totalmente a la JUSTICIA, que sólo es una y por eso se le representa con los ojos vendados.
Así se abstrae de favoritismos.
Desde cuando estar imputado es algo malo??? Esto es novedad !!! xDDD Lleva años retumbandome la cabeza por parte del PP y sus defensores que estar imputado no es nada, q inocente hasta q se demuestre lo contrario, q imputado no es igual a culpable, q presuncion de inocencia (las dos palabas mas usadas en esta provincia), q "ya se demostrara q son mentiras", q no estan condenados, q mientras no haya condena uno es inocente, bla bla bla bla bla Y ahora resulta que el juez Garzon por estar imputado hay q colgarlo en la plaza mayor. Jajajaja. Como son las cosas y como cambian las tornas....... Y yo pregunto.....si a Garzon se le juzga.....y resulta que es inocente ??? xDD Pd: Como bien dices """Cuando un juzgado admite una querella o imputación a trámite es porque ha visto indicios de delito.""" Ay amigo....q gran verdad xDDD Aunq ya era hora.... Han tenido q imputar al "rojillo" Garzon para que os dierais cuenta de esto, eh? Bien, nunca es tarde si la dicha es buena.