Por sus hechos debéis de votarles, no por sus promesas
Me consta que hay votos predeterminados y viscerales, que hagan lo que hagan los que gobiernen y prometan lo que prometan los aspirantes a gobernar, nunca cambian.
Es lo que se llama el voto cautivo, que suelen tener todas las fuerzas políticas y que, de hecho, son los votantes que constituyen siempre el suelo de sus votos… pero nunca el techo.
El techo lo suele marcar ese grupo de gente que varía su voto en función de lo que hayan realizado los partidos en su gestión de gobierno o incluso de oposición, y ese grupo mayoritario es el que suele decidir siempre, pues no se “casa con nadie”, porque a nadie le debe nada.
Para ese grupo de gente va dirigido este artículo y estas reflexiones que haré para ellos y para quien quiera leerlas.
Voy a tratar de analizar a los candidatos en función de lo que han hecho en política municipal hasta hoy, y a los que aun no han participado en la vida consistorial, lamentablemente me será imposible valorar su gestión, ya que no la ha habido. Ni en el gobierno, ni en la oposición.
Empezando a analizar solamente a los que en mi opinión pueden entrar como concejales, ya que del resto no vale la pena entrar a elucubrar porque sería una pérdida de tiempo.
Opinaré sólo de los cabezas de lista, ya que el equipo se lo han hecho ellos y teóricamente será muy homogéneo con cada uno de ellos.
Por Coalición Valenciana, Mercedes Giménez, creo que su labor llevada a cabo en el cuatrienio anterior, con el equipo de gobierno, como en el último, cuando se ha tenido que manifestar desde la oposición, ha sido encomiable.
Es una persona sensata, moderada, con un sentido de la lógica muy agudo, y por lo tanto, alguien a tener muy en cuenta. Lo tiene difícil por presentarse bajo los auspicios de una formación regionalista nueva, pero su valor personal y su carisma en Burriana pueden hacer que llegue a un sillón municipal, de lo que me alegraría mucho porque entiendo que se lo merece. Y también opino que el valencianismo merece estar presente en Ayuntamiento por lo que es y por lo que representa.
Por el Bloc, vale el mismo juicio de valor para José Miguel Ros, cuya calidad política y de diálogo es incuestionable. De él diría que es un político capacitado para gobernar, pero condenado a no hacerlo nunca si no es en base a combinaciones múltiples en las que siempre será un vagón de cola.
Diría en términos ciclistas, que es un buen sprinter sin compañeros que sepan lanzarlo, o en símil futbolero, que es una gran individualidad en un equipo muy pobre. No por la pobreza de los componentes de su candidatura, que la desconozco, sino porque, como ya he repetido mil veces, el catalanismo del Bloc tiene un predicamento muy escaso en la sociedad valenciana desde que los políticos catalanes han querido ningunear a nuestra región y negarle el pan y la sal.
Y lamentablemente ellos en ningún momento se han sabido posicionar en defensa de nuestra identidad propia. Para colmo de su desgracia, a nivel autonómico han pactado en esa “ensalada de intereses” que es el Compromís per Valensia, y ese grupo ha tenido la desvergüenza de presentarse en la sociedad valenciana como defensora de “Paisos Catalans” y al amparo de la bandera cuatribarrada de los catalanes y de la bandera inconstitucional de la República y con esos avales piden el voto para ellos a la sociedad valenciana.
Uno a uno, los partidos que la integran no hubieran sacado nada. Así, juntitos, se han identificado perfectamente y espero que saquen lo que merecen, que es el doble de lo que hubieran sacado. Es decir nada de nada.
De Ramon Monferrer sólo puedo decir que me parece una excelente persona, preparada, inteligente y en mi opinión tímido para la tarea que se le presenta, pero su equipo es mejor que lo que había en el PSOE, y tanto él como María José Safont le dan el toque de ponderación y moderación que faltó en el equipo anterior. Les deseo suerte en su cometido, aunque me aventuraría a decir que si han de trabajar en la oposición, como parece lo más probable, durarán muy poco ejerciéndola y se verán engullidos como le ocurrió a Cristina en las últimas elecciones.
El PSOE en la oposición sólo sabe morder y Ramon no es de esa raza. Sería o podría ser un buen gobernante pero un mal jefe de oposición porque su objetividad no le permitiría ser el hombre del “todo no” y estoy seguro que duraría muy poco como tal.
Finalmente de José Ramón Calpe no opino yo sino que opinan los hechos.
Nunca en la historia reciente de Burriana se han tenido la cantidad y calidad de manifestaciones culturales que se han venido desarrollando bajo su mandato como concejal de Cultura.
No ha habido semana del año en la que no hayamos disfrutado en nuestra ciudad de algún acontecimiento cultural de nivel y bastantes de una altura muy considerable.
La Casa de la Cultura, alcanza unas tasas de actividad encomiables en todos los sentidos y las personas más representativas de la historia reciente de nuestra ciudad han sido homenajeadas y ensalzadas, sin mirar su filiación política o su ideología.
Encarna la bonhomía, la ponderación, el diálogo y la inquietud cultural en toda su extensión.
Tiene el mejor currículo político contemporáneo de todos los nacidos en esta ciudad en los últimos cincuenta años, y su presencia en dos periodos legislativos consecutivos en las Cortes le avalan como un hombre de nivel intelectual de primera magnitud.
Probablemente, no sea todo lo objetivo que debiera por mi amistad personal con él, pero les puedo asegurar que toda su carrera política es lo suficientemente explicativa como para que no le hagan falta mis halagos.
Como se dice ahora en términos juveniles, es un “crack” y por lo tanto, me caben pocas dudas de su elección.
Más aún, si los votantes se paran a considerar la evolución llevada a cabo en Burriana en los últimos 12 años, en los que se ha pasado de ser una ciudad dormitorio, dependiendo única y exclusivamente de los recursos citrícolas, a un proyecto de paraíso turístico en el que se están empezando a llevar a término unas realizaciones inimaginables en el anterior ciclo político. Esperemos que José Ramón les dé el último impulso después de las elecciones y convierta nuestra ciudad en lo que todos deseamos, un lugar acogedor, agradable para vivir en él y dotado con unas instalaciones deportivo-turísticas y culturales que atraigan a los europeos de nivel a residir y disfrutar de ese maravilloso clima que tenemos, y con ellos llegue también la inversión extranjera que tanto bien le podría hacer a nuestro entorno.
A partir de ahí, analicen, juzguen y decidan en conciencia.
Al final, ocurrirá lo que decidamos la mayoría de los ciudadanos que residimos aquí, y por lo tanto si acertamos en la decisión, todos saldremos beneficiados, y si nos equivocamos, perderemos cuatro años antes de tener la oportunidad de rectificar.
El tiempo dirá.