Eterno debate: Monarquía o república
Ha bastado que el Rey decidiera abdicar en su hijo Felipe, para que de nuevo empezaran a llenarse calles y plazas con banderas republicanas, y exigiendo una consulta popular, a tal efecto.
Cualquier motivo es suficiente para la izquierda más radical, para llenar las calles con gente decepcionada, insatisfecha o harta de la situación que hemos vivido, y de la que aún no hemos salido.
Los sindicatos avergonzados de sus propias conductas, ya no son el hilo conductor de todas esas expresiones de insatisfacción, porque si lo fueran tendrían que oír lo que no desean.
Y en esa labor de desgaste se ven sustituidos ahora por lo que han sido hasta hace muy poco partidos u organizaciones extra parlamentarias, que han encontrado en estas actitudes la mejor caja de resonancia que podían soñar.
Además curiosamente, tratan de presentar la REPÚBLICA, como patrimonio exclusivo de la izquierda, y demonizar a la MONARQUIA, vinculándola con la derecha más recalcitrante y corrupta, olvidando que el mayor caso de corrupción en la Historia de España hasta mitad del siglo pasado, fue el del ESTRAPERLO, en plena vigencia republicana, y le costó el puesto a LERROUX un Jefe de Gobierno Radical en ejercicio.
Los españoles, tanto de izquierdas como de derechas, podemos optar por la Monarquía o por la República y así lo hemos hecho a lo largo de los siglos XIX, XX y lo que llevamos del XXI, pero curiosamente las dos épocas en la que tuvimos Presidentes de la Primera República a finales del XIX y en el segundo cuarto del XX, fueron unos años convulsos, que ni Figueras, ni Pi y Margall, ni Salmerón, ni Castelar en el primer caso, ni tampoco Alcalá Zamora ni Azaña en el segundo, supieron calmar, controlar y reconducir a España, por la senda de la paz social y la convivencia pacífica entre los españoles, llevándonos a dos guerras fratricidas de consecuencias lamentables.
Nuestro Rey, como todos los monarcas constitucionales en la Europa contemporánea reina, pero no Gobierna.
No podemos achacarle a la Monarquía todos los males que nos han acechado en los últimos años, más bien fruto del desgobierno de nuestros políticos, que de la imparcialidad y contrapeso equilibrante de Juan Carlos I.
Y si queremos responsabilizarle de la triste situación actual, también deberemos reconocerle los méritos contraídos en los primeros 32 años de su Reinado, en los que hemos vivido el más largo período de paz y progreso a todos los niveles en la Historia de la España contemporánea.
La sombra de su yerno, pesa como una losa sobre sus espaldas en el momento de hacer balance de su gestión.
Pero la CORRUPCIÓN, visto lo visto recientemente, va congénita con la condición de español, especialmente si nos dedicamos a la política, al sindicalismo militante e incluso a los elevados niveles de la judicatura, ya que entre ellos se ha tejido una tupida red de intereses comunes y de proteccionismo corporativo, de incuestionables dimensiones.
Y todos los que esperan que la REPUBLICA sea la panacea contra esa enfermedad aparentemente incurable, se equivocan totalmente.
Los PRESIDENTES de nuestra soñada REPUBLICA, siempre serían españoles encumbrados en la cúspide de cualquiera de los partidos políticos preponderantes, y del mismo modo que ni FELIPE, ni AZNAR, ni ZAPATERO, ni RUBALCABA ni RAJOY han sabido o querido cercenar de raíz los casos de corrupción que les han brotado en las plantas de sus pies con los casos FILESA, MALESA, TIME EXPORT, GÜRTEL, ERES DE ANDALUCIA o FAISAN por citar sólo los más sonados, ellos también acabarían siendo víctimas de sus propios errores, o de los aparatos de los partidos.
Quiero pensar en la honorabilidad del Rey, en cuanto a corrupciones económicas, y le doy el derecho a la inocencia, hasta que se pueda probar su culpabilidad, y tengo la impresión de que su entorno ha tratado de aprovecharse de su figura, para sacar tajada de su relación con él, y estoy tan interesado como el primero en que se juzgue a los delincuentes, y que cada cual asuma sus responsabilidades.
Pero yo preguntaría a esos obstinados republicanos, que le niegan el pan y la sal al Rey:
¿Acaso si hubiéramos tenido siete Presidentes de la República en estos treinta y nueve años que llevamos de Monarquía (tantos como Presidentes de Gobierno electos), hubiéramos estado ahora en mejor situación de la que estamos?
¿Quién se atrevería a culpabilizar a los Presidentes de la República de los fracasos de sus gobiernos?
¿Acaso nos hubieran resultado menos gravosos al bolsillo de los españoles?
¿Hubieran sabido representar a España, en todos los foros internacionales, con el mismo acierto y hubieran tenido abiertas todas las puertas de todos los altos dignatarios del mundo, como las ha tenido y las sigue teniendo D. Juan Carlos I?
No me siento intelectualmente monárquico, pero después de analizar sensatamente la Historia de España reciente, no tengo más remedio que reconocer, que en los últimos cuarenta años, España ha disfrutado del periodo más largo de paz y bienestar en siglos, y por lo tanto no veo motivos para negarle el pan y la sal a nuestro joven Felipe VI.
Parece inteligente, sensato, preparado y con muy buena introducción en todos los foros internacionales, en los que su presencia desde hace años es frecuente en representación de su padre.
Por lo tanto dejemos a las Cortes (que son la representación de la voluntad popular) votar su aceptación como Rey o su negativa, y una vez decidido, TODOS A UNA, ya sea como monárquicos o como republicanos, pero siempre como españoles de bien.
A mi su vida personal es algo que ni me ha preocupado nunca ni me preocupa ahora. Tengo que juzgar su labor como Jefe del Estado, y en ese aspecto ha tenido pocos lunares, y cuando se ha hecho imprescindible su presencia, nunca la ha eludido. Ha sido el mejor Embajador Español en el mundo. Respecto a su herencia millonaria, si la heredó de sus padres o abuelos, no hay que reprocharle. De cacería no sólo ha ido él, sino miles de Jefes de Estado y cargos públicos toda la vida y en esos entornos como en el golf y en los eventos deportivos muchas veces se hacen relaciones internacionales imprescindibles. Dentro de 40 años, nos enteraremos de muchas cosas de todos los políticos mundiales actuales, de las que tendríamos que avergonzarnos, como lo haríamos nosotros mismos de algunas de nuestras actitudes juzgadas a través del paso del tiempo. Es cierto que "la mujer del Cesar no solo ha de ser honesta, sino también parecerlo", pero el refrán no hablaba del Cesar. ¿Por que?