Despidiendo a Adolfo Suárez
Nos dice su hijo, que su fin está muy cerca, y por motivos de actualidad, quiero hacerle justicia a este español, en el momento de su adiós.
Seguramente en estos momentos va a recibir mas alabanzas de las que recibió a lo largo de toda su vida, pero yo voy a intentar ser objetivo con este hombre, que a decir verdad nunca fue santo de mi devoción, pese a reconocerle todo lo positivo que hizo por España y por los españoles.
Y no lo fue porque en mi escala de valores, uno de los más importantes siempre ha sido la coherencia, y el saber mantener las convicciones de cada uno en todo momento.
Y en ese sentido Suárez, fue cambiante para adaptarse siempre a las circunstancias de cada momento, y precisamente por eso consiguió erigirse en el artífice de la nueva España, llevando a cabo una TRANSICIÓN, que de otro modo hubiera sido imposible.
Ha sido un personaje tremendamente positivo para la historia de España.
Un político de oportunidad.
Un hombre mucho más listo que inteligente, más maniobrero que estratega.
Un “obrero de la política”, nacido y formado al amparo de un gran político, que murió como los toreros, “en plena gloria y en plena juventud”, como fue D. Fernando Herrero Tejedor.
De él aprendió mucho sobre política, y con esos conocimientos, su encanto personal, su habilidad para desenvolverse en ese mundo, y la suerte de haber sido elegido siendo muy joven, para dirigir Radio Televisión Española, se dieron las circunstancias necesarias y suficientes, para que a la muerte de Franco y con la llegada del Rey, fuese el elegido por Juan Carlos I, para llevar a cabo el cambio de las estructuras del Estado.
Supo ganarse la confianza del Rey, y este depositó en un hombre de su misma generación el futuro de España, diseñando entre los dos los pasos a dar, para lograr convertirnos en un democracia occidental, desde el régimen anterior.
Curiosamente él, que había sido Ministro Secretario General del Movimiento, fue el elegido para acabar con él, y conseguir que una Cortes franquistas, consintieran en hacerse el harakiri, en pos de la modernización y democratización de nuestra sociedad.
ESE FUÉ SU MAYOR LOGRO, Y LO QUE TENEMOS QUE AGRADECERLE.
Aunque sólo fuese por eso, ya hubiera valido la pena que llegara a ser lo que fue.
Ese fue su primer acierto incuestionable, y el último y más trascendental para la opinión pública, su entereza y valor demostrado en el Congreso el 23F, tras la entrada de los golpistas al mando de Tejero, haciéndoles frente y manteniéndose dignamente sentado en todo momento e incluso enfrentándose a ellos para defender a Gutiérrez Mellado, la figura militar de la transición.
Entre un hecho y el otro, bastantes aciertos, combinados con no menos errores, que convirtieron sus aproximadamente cinco años al frente del Gobierno, en un torbellino de circunstancias que le desgastaron absolutamente.
Quiso edificar un partido (UCD) con una sopa de letras de mini partidos, cuyos primeros espadas (entonces llamados “barones”) no se resignaban a ser “cola de león” desde sus posiciones de “cabezas de ratón”, y le pusieron mil y una zancadillas en todo momento.
Sólo pudo contar con la absoluta fidelidad de un Abril Martorell, que diseñó y llevó a cabo unos Pactos de la Moncloa impecables con Alfonso Guerra, que impidieron la demolición de una democracia incipiente, y este por orden de importancia, quizás fuese su segundo gran logro como gobernante.
Fue el gran benefactor de un PSOE, al que le permitió ser la segunda gran fuerza del Estado, cuando en su momento era el PC quien parecía tener mayor peso especifico entre los españoles, aún cuando los comunistas también tuvieron que agradecerle su acierto para legalizarles su Partido aprovechando unas vacaciones de Pascua, a fin de evitar conmociones excesivas.
Tanto Felipe González como Carrillo, tuvieron mucho que agradecerle, y por eso con los dos mantuvo una sintonía importante, hasta que el primero de ellos, le soltó a su “perro de presa” Alfonso Guerra en la campaña electoral, para tildarle de “tahúr del Missisipi”, con tal de desprestigiarle y ganarle unas elecciones.
No tuvo suerte con sus quienes él consideraba sus contrincantes, cuando estos prefirieron convertirse en sus enemigos, y tampoco tuvo mucha más con sus amigos coyunturales, que acabaron con hacerle la vida imposible.
Presentó su dimisión al Rey como Presidente del Gobierno a finales de Enero de 1981, pocas fechas antes del 23 F, cuando iba a tomar posesión del cargo Leopoldo Calvo Sotelo, y abandonó el nido de grillos en el que se había convertido UCD, que acabo desintegrada por obra y gracias de unos cuantos politiquillos o politicastros, cuyos intereses personales acabaron imponiéndose al interés general de su partido UCD, e incluso de España, que tuvo que recomponer el Centro Derecha, alrededor de lo que entonces era la Alianza Popular de D. Manuel Fraga, un autentico político de mucho más fuste y envergadura que todos ellos e incluso en mi opinión, con mucho mayor contenido intelectual y formativo que el mismo Suárez.
Allí se fraguó el actual Partido Popular afortunadamente, aunque tuvimos que vivir catorce años de socialismo gubernamental, del que sobraron los últimos no sólo a los españoles, sino también al PSOE, que se autodestruyó victima de la corrupción y el desgobierno en materia económica.
También los Sindicatos Made in Spain, tienen mucho que agradecerle a Suárez, ya que sin las prebendas que se les concedieron, nunca habrían llegado a ser lo que son, aunque en mi opinión eso más que un acierto fue un fracaso de Suárez, que puso los cimientos a esas cuevas de Ali Babá que han acabado siendo tanto UGT como CCOO, y en vez de unos Sindicatos ejemplares, se convirtieron en las correas de trasmisión tanto del PSOE como de PC, y de esa carga negativa e indecente, aun no hemos podido escapar.
Nunca han estado al servicio de los trabajadores, sino al de los políticos, y al de sus líderes, que salvo en la épocas iniciales de Redondo y Camacho, han sido unos vividores con rango de Ministros, pero sin otra cartera que no fuera la del Estado, para malgastar y malversar todo lo que han querido en su propio beneficio y en el de su organización y partido al que han servido.
Y con todas las luces y sombras que les presento en mi columna, despido yo a este hombre, reconociéndole lo fundamental que fue en la construcción de la España actual, pero no queriendo ignorar sus errores, el último de los cuales fue el querer crear un partido el CDS (Centro Democrático y Social) que no era ni carne ni pescado, y queriendo situarlo como bisagra entre derecha e izquierda, para ser imprescindible siempre en la gobernabilidad de España.
Y como carecía de ideología, y nació con la única idea de estar siempre tocando poder, apenas tuvo vida, porque desde la Izquierda el PSOE se centró y desde la derecha el PP hizo otro tanto, ocupando ese lugar que Suárez pretendió ocupar con ese sentido del oportunismo que siempre la caracterizó, y que a mí, nunca me convenció.
Uno debe de ser siempre consecuente, y saber en lo que cree y por que lo hace.
Las piruetas, en contra de lo que demuestran muchos políticos españoles, sólo caben en los circos y sobre todo entre payasos.
Esa es la opinión de un español mayor, que ha vivido muchos años, y ha llegado a estas conclusiones desde su lugar de observador, lo cual al menos me permite opinar desinteresadamente.
Un saludo y todos mis respetos hacía D. Adolfo Suárez en su adiós, ya que como he dicho ya varias veces, DE NO HABER EXISTIDO, LO HUBIERAMOS TENIDO QUE INVENTAR, para poder haber hecho la transición.
Le llamaron taur, cabrito de Avila, traidor... Un tiempo después todos quieren aprovecharse de su figura y hasta de su pensamiento (por cierrto no sabemos si era liberaL, democracristiano,...) Mas dIce ahora que "fue un honmbre de consenso y de dialogo, algo que falta hoy" y Margallo le responde que "Suarez actuaria ahora como lo hace Rajoy." En este pais solemos ser muy buenos con los muertos y hasta nos pasamos con ellos. Suarez gobernó con éxito en tiempos muy dificiles toreando a un franquismo muy duro sin apoyo de los suyos . Ahora asistimos a una instrumentalizacion de su figura.