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Per Miguel Bataller
Columna de Michel - RSS

Citricultura: Nuevos conceptos

    Cuando un producto agrícola, llega a tales extremo de devaluación en el mercado que sus gastos de manipulación, empaque y logística de distribución superan en mucho al valor en mercado del propio producto en si mismo, se puede considerar que deja de ser un negocio para los componentes fundamentales del mismo producto.

    Eso viene a decir, que únicamente pueden sobrevivir con esa dinámica de mercado, aquellos que menos arriesgan, y sin embargo no queda yo ningún margen para quienes tienen que soportar todos los riesgos de la producción del mismo.

    Y a ese punto hemos llegado en una de las actividades agrícolas y comerciales que mas positivamente contribuyeron al desarrollo de la España actual, durante el siglo pasado.

    Y ello fue así durante casi un siglo, debido a que la pirámide de los precios se edificaba sobre bases sólidas, y a partir del precio del producto en el campo, ya fuera “ a ull” (compra que se hacia sobre el árbol estimando la cantidad de producto que había, y un precio acordado por las dos partes por el total de la compraventa) o “arrobat” (en el que se pesaba la fruta a un precio determinado que acordaban vendedor y comprador).

    En el primer caso se le pagaba al vendedor el precio estimado en el momento de fijarlo, y en el segundo una vez recogida la fruta y pesada, normalmente en el fin de semana posterior al final de la cosecha.

    El labrador asumía los gastos de cultivo y a continuación quizás los riesgos climatológicos, si esperaba a venderlas a un precio mayor, cuando la fruta ya escaseaba y quedaba poca en los árboles.

    El exportador también asumía sus propios riesgos si compraba “a ull”, esperando que la fruta adquiriera mayor madurez, peso y azúcar en el árbol, antes de exportarla, para sacar mejores rendimientos.

    Pero poco a poco, ese equilibrio se ha ido diluyendo y a medida que aumentaba la oferta, la posición de los agricultores se ha ido debilitando en progresión geométrica y hoy son la parte mas débil de ese entramado total, razón por la cual entre todos están matando esa “maravillosa gallina de las bolas de oro” que ha sido la citricultura, en toda la vertiente mediterránea y andaluza.

    Ahora, se ha invertido la pirámide de los precios, y se parte del precio de venta en destino que es fijado por las grandes cadenas de distribución Europea.

    A partir de ese precio cada cual va quedándose con sus márgenes, restando sus gastos fijos con la correspondiente cobertura, transportes, gastos de empaque o embalaje, mano de obra de manipulación, gastos de intermediación y al final, lo que queda (si queda algo) es lo que le llega al agricultor.

    Y precisamente debido a esta dinámica las explotaciones citrícolas van desapareciendo paulatinamente, y cada día vemos mas campos sin cultivar convertidos en basureros, cuando hace pocos años eran auténticos vergeles cuidadísimos, que daba gusto contemplarlos.

    En los últimos diez años, y cada día mas palpablemente, los propios exportadores han ido comprando gran parte de los campos que reúnen mejores condiciones y que se habían convertido en un manantial de pérdidas para sus propietarios.

    Ellos mejor que nadie pueden defender su propia fruta, frente a las grandes cadenas y ofrecerles todo tipo de variedades durante toda la campaña, desde el otoño hasta el verano siguiente.

    De momento a ellos aún les salen las cuentas, y por eso se mantiene una actividad relativa en los campos, en los almacenes, en el trasporte y la industria del envasado de los productos.

    No obstante y desde mi punto de vista, esa dinámica de merma de márgenes se seguirá llevando a cabo por quienes tienes la sartén por el mango, que seguirán apretando para quedarse con todo el jugo y la vitamina C del producto, para dejarles apenas la pulpa seca para quienes más arriesgan e invierten en la producción.

    Si no se consigue que nuestros grandes exportadores, participen de una manera u otra en los canales de distribución terminales, también ellos acabaran en manos de las cadenas actuales.

    Recientemente he conocido casos de agricultores con cierto volumen propio, que aprovechando que sus hijos están trabajando en Europa, recurren a la sencilla comercialización del boca a boca o del puerta a puerta, para vender a unos precios muy razonables sus propias cosechas y las de amigos o conocidos.

    En bajos elementales, y sin tratamientos químicos, seleccionan sus mejores frutas, las mandan con o sin hoja a cualquier destino de Europa por mensajería a un costo de trasportes elevado, en cajas de 10-15-30 kilos, y sus hijos se encargan de cobrarlas allí al recibo de la mercancía en un plazo corto de tiempo.

    No es de ninguna manera una solución de futuro, pero en los casos que he conocido si les está permitiendo a quienes lo hacen , sacar un precio de su producto que multiplica el que les está pagando el mercado aquí, y esa es una forma de defender sus propios intereses.

    Y no hablo de venta por Internet de empresas locales, que eso ya hace años que funciona, pero necesita una infraestructura por pequeña que sea.

    Es el eslabón siguiente de la cadena, en el que un padre agricultor aquí o unos amigos que se recogen su propia fruta, la mandan a amigos o conocidos de sus hijos en destino y en ese elemental boca a boca, la demanda aumenta en cada temporada, limitándose en el tiempo a las variedades y tiempos de cosecha de cada familia o amigos.

    Más vale eso que regalarla, y quizás abra nuevas expectativas de futuro.

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    comentaris 8 comentaris
    Futuro
    Futuro
    25/01/2015 04:01
    A virgohumus

    virgohumus, esto no se aguanta es una burbuja que explotara. A este paso los agricultores, ganaderos, productores desaparecerán, virgohumus van los supermercados hacer su labor?

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