Boston: Un ejemplo envidiable

Apenas hace una semana, una capital norteamericana equiparable a Valencia por su población, fue golpeada de una manera canallesca con un atentado terrorista, que dejó tres victimas mortales y unas ciento cincuenta heridas de mayor o menor importancia.

En sólo cinco días, el problema se ha solucionado, los responsables perseguidos y encontrados y el pueblo norteamericano, conoce los hechos.

Fue durante el maratón de dicha ciudad, que suele congregar a varios miles de deportistas de todo el mundo, por el prestigio conseguido a lo largo de los años.

Dos jóvenes hermanos, presuntos asesinos chechenos, colocaron una bomba en la proximidad de la línea de meta y otras dos en las proximidades y las detonaron en el corto espacio de unos minutos, produciendo un caos extraordinario en el centro de la ciudad.

Todos lo hemos podido contemplar durante la semana en los telediarios y en programas monográficos, dedicados al tema.

No tengo ni idea de lo que pretendían los autores de tal masacre.

Si que sé lo que han conseguido.

Consolidar una vez más el sentimiento profundamente patriótico del pueblo americano, que como una sola persona, se propuso descubrir a los autores en el menor plazo de tiempo posible, y para ello aceptaron con una disciplina admirable todos los requisitos que se les pidieron desde el Gobierno.

Nadie hizo política de algo tan lamentable, ni demócratas ni republicanos trataron de sacarse los ojos, utilizando el atentado para desprestigiarse, ya que todos sabían que en ese momento sólo había un enemigo común:

EL RESPONSABLE DEL ATENTADO.

Cuando el FBI tuvo localizados a los hermanos asesinos, inmediatamente se les pidió a los ciudadanos que no salieran de sus casas, que no fueran a trabajar, cerraron los colegios y los servicios públicos, paralizaron los trasportes urbanos y movilizaron a todas las fuerzas del orden disponibles, para dedicarse única y exclusivamente a la caza de los asesinos.

El primero de ellos fue abatido en el primer intento después de la localización pero su hermano menor consiguió escapar, y se abrió” la veda del asesino”.

Si antes de determinar quienes habían sido, toda la ciudadanía del estado se había dedicado a enviar todos los reportajes gráficos de los que disponían para unirlos a las pruebas conseguidas con las grabaciones del entorno inmediato de las explosiones, una vez terminada la captura de los dos terroristas todos salieron a la calle, al grito unánime de U S A…U S A….U S A, que a los españoles que nos sentimos orgullosos de nuestra patria, nos produce una congoja especial, y una sana envidia.

O sea que de ningún modo los terroristas que organizaron y llevaron a cabo el atentado, consiguieron otro objetivo que no fuera matar o herir a un montón de gente inocente y demostrar el admirable sentido de unión nacional de un pueblo relativamente joven, pero muy orgulloso de sus orígenes y de lo que han logrado forjar como sistema de convivencia.

Si lo comparamos con nuestro antecedente del 11M, es como para avergonzarse de ser españoles.

Aquí se asesinaron a unas doscientas personas, y encima se le dio carnaza a una clase política insensata y majadera, para que siguieran buscándose la yugular unos a otros, mientras los asesinos aún siguen sin ser encontrados y están sentados plácidamente viendo como socialistas y populares viven el más espantoso de los ridículos, en un interminable espectáculo de estupidez, permitiendo que España se arruine y destruya para su propio regocijo (me refiero al de quienes orquestaron la masacre).

Y el segundo efecto secundario que se ha podido demostrar en el atentado de Boston, es que también el independentismo vasco, puede haber sacado tajada del crimen.

Las bombas que se detonaron, iban dentro de ollas a presión FAGOR de seis litros, que se fabrican en una de las factorías de la Cooperativa de Mondragón.

De todos es bien sabido, que dicha Cooperativa ha tenido y sigue teniendo unos vínculos innegables con el mundillo independentista vasco, habiéndole servido de fuente de financiación al mundo abertzale, tanto desde la Caja Laboral de Mondragón (el banco de todo el entramado cooperativista e industrial de dicha ciudad) como desde las mismas empresas que componen todo el conglomerado económico, financiero e industrial, que ha nacido alrededor de un cooperativismo, tan bien concebido como sabiamente orquestado al servicio de una ideología.

¿Cuántos dólares le podría haber costado a FAGOR, una campaña publicitaria que tuviera el eco que ha tenido este atentado?

Sé que es hilar muy fino, pero me gusta llegar al fondo de la cuestión.

¿Estará ETA queriendo pasarle factura al Gobierno americano, por la ayuda inestimable que le prestó a Aznar en su día en la lucha antiterrorista que emprendió?

¿Le habrá parecido oportuno matar dos pájaros de un tiro, y a la vez promocionar sus ollas y vengar aquella ayuda?

Quizás esto sea solo novelar, y seguramente así me lo reprocharan quienes no lo vean como yo, pero después de leer el final de la novela del 11M, estoy dispuesto a fantasear, porque por mucho que lo haga, nunca llegaré a ser tan absurdo como lo fue la Justicia española, al cerrar el caso sin móvil aparente, ni responsables directos del asesinato de doscientos españoles y de los efectos secundarios en otros mil, además de la vergüenza que tenemos que soportar todos los españoles, por habernos tragado un “sapo de es magnitud”.